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DOMINGO VEINTE Y DOS
evan gelio por su e!ni ·1 ente. virtud, por la pureza de sus
• cost!.lmbres
y
po r su pe rseverancia.
Testis enim
mi/zi
e•t D r!us,
q
1
1o •t10
lo
cupiam omnes vos
in visceribus Jc:su Christi:
Po rque Di os me
e
testigo
de
que os amo tierna nente
á
todos vosot ros
en
las entr ñas
de Jesucristo. Pone san Pablo
á
Dios por testigo del amor
.espiritual que les tiene: Dios sa b.e que o amo, preci amen–
te porque me habeis dajo pruebas de vuestra caridad en
todas mis necesidades; esto sería un moral natural de
pu–
ra
gratitud: os amo en Jesucrisro porque vosotros amais
tiernamente
á
este Señor, el cual es el solo motivo de
la
caridad
y
liberalidad que usais conmigo:
os
amo en .Jesu–
cristo porque sois verdaderos discípulos de Je-mcristo ,
y
porque este Señor os ama tiernamente como
á
sus verda–
deros discípulos.
Y lo
que le ruego es, que vuestra caridad
sea cada dia mas sabia
y
prudente de todos modos.
El
amor de Dios no solo abrasa el corazon, sino que tambien
alumbra el espíritu,
y
da conocimientos que el estudio no
es capaz de adquirir,
y
que son sobre la capacidad de los
mayores entendimientos.
Ut
probetis potiora,
ut
sitis
sinceri,
et
sine offensa
in
diem Christi:
para que aprobeis
lo mejor
y
vuestra conducta sea pura
é
inocente hasta el
dia
de Jesucristo; es decir, hasta el {1ltimo aliento de la
vida. Cuanto mas se ama
á
Dios , tanto mas ilustrado es–
tá
el entendimiento.
El
puro amor de Dios alcanza
é
in–
funde el don de consejo, el de inteligencia y el de forta–
leza: el que ama
á
Dios, siempre
tiene
mucho espíritu,
y
no un espíritu superficial que se exhala todo en vanas
vislumbres, sino un espíritu maduro, sólido, fecundo, que
descubriendo el bien, nos le hace obrar,
y
nos enseña
á
llenarnos de los frutos de justicia que vienen por Jesu–
cristo para gloria
y
alabanza de Dios : esto es lo que de–
sea san Pablo
á
los fieles de
Fili
pos:
Repleti fructu justi–
tite
per Jesum Christum, in gloriam et laudem D ei.
El evangelio de este dia es del capítulo veinte
y
dos
de san Mareo: en él se descubre la malicia de los
fariseos~
y
se hace patente la sabiduría infinita del Salvador del
mundo.
Acababa el Hijo de Dios de contar
la
parábola del con–
vite que hizo un rey en las bodas de su hijo, al cual no
c¡uiso
asistir
ninguno de
los que habian sido
convidados