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3 ,~2

DOMINGO.

VEINTE

Y DOS

penitenciales; es decir, en el número de los siete que ins–

piran

y

mueven

á

compuncion

y

á

penitenc ia; y que al

mismo tiempo son como efectos y demostracion de la mis–

ma penitencia. Se cree le compuso David penetrado de vi–

vo arrepent imien to de su doble pecado con Bersabé, pa–

ra te ' t ifi .ar su cootricion,

y

suplicar al Señor le p... rdo–

na ra por su infinita misericordi a.

En

efecco, este salmo está

lleno de sentimientos de contricion, de humildad, <levo–

cion

y

de confianza, los que impira

á

cualquiera que le

diga

y

rece con atencion. No hay cosa quizá mas propia

para aplacar al Señor,

y

desarmar su enojo; por eso se

reza comunmente en sufragio

y

alivio de las almas del

purgatorio, no solo por motivo de estas palabras:

De pro–

fundis clamavi ad te, Domine:

de lo profundo del abis no

en que he caído, levanto el grito hácia vos, Señor ; lo que

nos da la idea de una alma encerrada en un profundo

y

obscuro calabozo; sino tambien porque en él se habla mu–

chas veces de la misericordia del Señor , del perdon de

los pecados,

y

de la esperanza de los justos.

'•

•Pa-ra penetrar el sentido de Ja carta que escribió san

PJablo

á

los fieles de Filipos, la cual se

el~gió

para la epís–

tola de la misa de esce dia, es necesario acordarse-que los

filipenses, que son un pueblo de Macedonia, habían sido

convertidos á la fe por san Pablo, de resultas de una vision

que el santo Apóstol tuvo en sueños estando en Troade.

Empezó esta iglesia por la conversion de una tratanta en

púrpura, nombrada Lidia,

y

en poco tiempo fueron segui–

das estas primicias de una gran cosecha. Pusieron al Após–

tol en la cárcel con su discípulo Sílas: le azotaron,

y

le hicieron padecer mucho; pero el zelo, el valor

y

fideli–

dad de muchas buenas almas de Filipos le indemnizaron

de sus penas. Tuvieron siempre aquellos nuevos fieles á la

doctrina

y

á la persona del santo Apóstol un afecto

y

una

ad hesion que jamás se entibió. Los doctores del judaísmo,

que por todas partes le seguian para corromper la doctri–

na del evangelio con la mezcla de la religion judáica , no

halla ron acogida entre los filipenses. Fueron los únicos de

toda la Grecia que contribu yeron con sus limosnas

á

su

sub istencia;

y

habiendo sabido que estaba preso en Ro–

ma, le enviaron una suma considerable de dinero por me–

dio de Epafrodito, de la. que les da las gracias en esca