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DESPUES DE PENTECOSTES.

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carta ,

y

la enhorabuena de su perseverancia en la pureza

de Ja fe, de su constancia en las persecuciones ,

y

del ge–

neroso desprecio que habían hecho de los falsos apóstoles

que querian engañarlos. Despues de esto los consuela,

y se co1lsuela

á

sí mismo con éllos de los males que pade–

cian por Jesucristo, con la esperanza de los grandes pre–

mios que les estaban preparados;

y

los exhorta

á

huir

siempre de los falsos predicadores.

Confidimus in Domino Jesu, quia qui crepit in vobis

opus bonum

,

perficiet usque in diem Christi J esu

:

Con fio

en Jesucristo nuestro Señor, que aquel que comenzó en vos–

otros una tan buena obra, la perfeccionará basta el dia

de Jesucristo; quiere decir, tengo una firme confianza

en

que Dios que os ha hecho la gracia de convertiros, reci–

biendo el evangelio con docilidad,

y

teniendo una fe viva

que os hace seguir tan perfectamente todas sus máxi–

mas , os concederá tambien la gracia de la perseverancia

final, sin la cual nadie puede salvarse; pues no hay sal–

vacion sino para el que perseverare constante hasta el

fin (

Matth.

10.):

Qui perseveraverit usque in ftnem, hic

salvus erit.

El día de Jesucristo, segun el lenguage de

la.

Escritür·a,..es el dia de la muerte, aquel momento decisivo

de nuestra suerte eterna en que se hace el juicio particu–

lar que decide nuestro eterno destino:

Sicut est mihi justum

hoc sentire pro omnibus vobis:

Así como es justo que

yo

piense esto de todos vosotros. Mira san Pablo á todos

los

fieles de Filipos como á unos verdaderos predestinados. El

fervor que aquellos fieles habían manifestado desde el

principio de su conversion,

y

la fidelidad con que hasta

entonces habían perseverado en la fe

y

en la caridad eran

los motivos sobre que se funaaba la confianza tan justa

del Apósto1 ; la razon que alega, dice todo esto. Por cuan-

to os tengo en

d

corazon por la parte que tomais todos

,,

en mi gozo mientras estoy en la prisioñ, mientras defien-

do

y

establezco el evangelio. San Pablo, de quien es todo

esto que acabarnos de decir, no funda la confianza que tie-

ne en que se han de salvar en solo el amor que les tiene,

sino en la parte que éllos toman en sus trabajos

y

pena–

lid ades, las que él llama su gozo;

y

en la propa gacion de

la fe

y

del evangelio , asistiéndole en sus necesidades ,

y

contribuyendo en cuanto pueden al establecimie¡1to del

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