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DOMINGO
DIEZ Y
NUEVE
reprueba la ambicien , el fausto, la profusion: la moqes–
tia debe ser el mas bello adorno de una persona cristiana.
i
Por este retrato reconoces á muchos
cristianos~
No ig–
noras que el primer mandandamiento de la ley es este:
Amarás al Señor tu Dios de todo tu corazon, con toda tu
alma, con todo tu espíritu, con todas tus fuerzas. Atiende
y
reflexiona todas estas palabras , y concluye despues de
esto que habrá muchas gentes que se salven; porque son
muchas las que guardan este mandamiento.
El evangelio es la única regla de costumbres que se
conoce;
i
y
cuántas gentes viven el dia de hoy segun las
máximas del
evangelio~
Para entrar en el cielo es necesa–
rio
ó
no haber perdido jamás la gracia,
ó
haberla recobra–
do por una sincera penitencia:
i
y es mu.y grande el núme–
ro de estos inocentes,
ú
de estos verdaderos
penitentes~
Juzguemos segun todas estas pruebas sacadas de nuestro
propio fondo, si sérán muchos los que se salven;
ó
mas
bien concluyamos, que cuando el Hijo de Dios no se hu–
biera ex¡:flicado tan claramente sobre este corto número,
nos
vemos precisados por la razon
á
confesar que serán
pocoo; los que se salven.
Dulce Jesus mio, que moriste por la salvacion de to–
dos los hombres, no permitais que yo sea del número de
los que se pierdan. Perezca quien quisiere, divino Salva–
dor mio; por lo que
á
mí toca, aun cuando supiera que
de todos los hombres del mundo uno solo
se
hab1a de sal–
var, sabiendo que yo puedo ser este hombre, quiero serlo
con la ayuaa de vu<=stra gracia.
JACULATORIAS.
Salvum fac 'servum tuum, Deus meus, sperantem in te.
Salm. 85.
Dios mio, salvad á un siervo que tiene puesta en vos toda
sH confianza.
Qudm arcta via
est, quce ducit
ad
vitam, et
pauci
sunt qui
in·veniunt· eam
!
Matt.
7.
·
¡Ah,
Señor,
y
qué estrecho es el camino que lleva
á
la
vida ,
y
qué
pocos son los que dan con él!
"