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DESPUES DE PENTECOSTES.

3u

la.

Aquél instruye el espíritu,

y

ésta el corazon. Jesucristo

nos enseña que la fe debe ser viva,

y

san Pablo que deben

ser puras las costumbres; así aquí como en cuanto he–

mos dicho se ve que

la

Iglesia elige para los domingos

del año

lo

que es mas propio para avivar nuestra fe

y

fomentar la devocion.

El

intróito de la misa se tomó de la oracion que

hizo

á

Dios Azarías uno de los tres jóvenes hebreos , que por

haber rehusado constantemente tributará la estatua de

Na·

bucodonosor los honores debidos al solo verdadero Dios,

fueron arrojados en un horno encendido, el cual fue pa–

ra éllos un lugar de refrigerio en que cantaba.o las al a –

banzas de Dios,

y

en donde Azarías hizo

á

Dios

la oracion

de que se tomaron las palabras del intróito de la misa

de hoy.

Omnia, quce fecisti nobis, Domine, in vero judicio fecisti:

nada habeis hecho con nosotros , Señor, que no sea

muy

justo. Nuestros pecados tienen bien merecidos los castigos

que padecemos: por pesada que sea la mano que nos hie–

re: por mas excesivos que sean nuestros males, no i?;ua- .

lan todavía

á

nuestras iniquidades. Confesamos , Señ.or, ·

que hemos pecado:

Quia peccaviinus tibi;

y

que hemos

desobedecido.

á

tus preceptos; que hemos quebrantado tu

santa ley,

y

violado todas tus órdenes:

Et mandatis t_uii

non obedi vimus.

Pero

¡

ó Dios lleno de bondad! vo<> sois

mas misericordioso que pecadores nosotros .

Da

g loriam

nomini tuo

,

et fac nobiscum secundum multitudinem mise–

ricordice t uce:

ninguna cosa contribuirá mas

á

la gloria de

vues tro nombre, que la indulgencia que useis c'on este pue–

blo ingrato

y

rebelde. Conocemos la enormidad de nues·

tras pecados; pero sabemos que

vuest~a

misericordia es

infinita,

y

que no somos capaces de agotarla. Enternecéos,

Señor,

y

movéos á compasion á vista de nuestros gemidos

y

de nuestras lágrimas;

y

dignáos tener misericordia de

un pueblo á quien tanto habeis a1rn\do.

Ved aquí cómo se debe pensai-, y cómo se debe habla r

en todas las ad versidades, en todas las aflicciones, en

to –

da<> las calamidades públicas : seais bendito, Señor , por

todas las adversidades que no<> suceden: por severo que sea

el castigo, mucho mayor le merecen nuestros pecad o.;;,

y

siempre nos castigaréis menos de lo que merecen nuestras

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