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DESPUES DE PENTECOSTES.
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digios;
y
en vuestro pais no se cree
á
no ser que se vean
á
cada paso milagros. Algunos intérpretes entienden por
estas palabras del Salvador,
si no veis milagros,
á
las per–
sonas de calidad,
á
las gentes de corte, en quienes la fe,
por lo comun, es tan débil; como si el Salvador dixera:
vosotros, ricos, personas de calidad, cortesanos, vosotros
teneis regularmente una fe tan enfermiza y tan vacilante,
que
á
menos que no veais milagros no creeís.
·
Esta queja, ó mas bien esta ligera reconvencion sa–
ludable, aunque era tan justa, hizo poca irhpresion en el
espíritu de un padre a-fligido que no pensaba sino en la
curacion de su hijo. En lugar de responder á la recon–
vencion del Salvador, exclamó con lágrimas en los ojos:
Señor, si no os dais priesa de venir
á
mi casa no llega–
reis
á
tiempo: mi
hijo
se muere,
y
ya
no le hallareis vi–
vo. Esa perseverancia en pedir
y
rogar agradq
á
Jesu–
cristo : díxole el Señor, Anda , tu hijo está sano, consué–
late; tu oracion ha 3ido oida. Creyólo el padre,
y
sin re–
plicar mas, hecha una profunda reverencia al Salvador,
se volvió á su casa. Estando
á
mitad del camino , encon–
tró á unos criados suyos que venían
á
decirle que su
hijo
estaba sano
y
sin calentura. Factlmente se puede com–
prender cuál sería el gozo del padre. Acordáb:ise muy
bien de la hora en que Jesucristo le .había dicho afirma–
tivamente que su hiJo iba bien,
y
que ya no e taba en–
fermo Y así, lo primero que les preguntó fue, á qué ho–
ra se habia puesto bueno el enfermo. Dixéronle, ayer á
las siete le dexó la calentura; es decir, una hora despues
de medio dia, y al instante se encontró tan perfectamente
sano, como si nunca hubiera estado enfermo. Acordóse lue·
go el magnate que aquella era
precisam~nte
la hora en que
e] Salvador le babia dicho: Vete, que tu hijo está bueqo.
Desde entonces él
y
toda su casa creyeron que Jesucristo
era el Mesías prometido,
y
lo creyeron con una
fe
firme
y
perfecta. San Cirilo cree que la pregunta que hizo des–
de luego aquel magnate á sus criados ,
á
qué hora se ba–
bia puesto bueno su hijo, era menos prueba de su poca fe,
que un indicio de su zelo,
y
deseo dt'. ·nstruirse
y
de con-
firmarse en su creencia.
·
Creyó el padre,
y
con él toda su casa. Esto es un
aviso
á
los padres de faJnilias
y
á
todas las personas de