DOMINGO VEINTE
otros, sin que nos haya quedado de él un solo
momento~
i
de qué consecuencia no parece entonces la irreparable
pérdida que hemos hecho de él? Enfadosa ociosidad, ¡qué
de tesoros me has hecho perder! Visitas iníuiles, vanas
y
ridkulas conversaciones, entretenimientos frívolos,¡ qué
caro me costais
!
¡Oh si yo tuviera una hora de aquel tiem–
po que empleé tan mal , dice un hombre que se
muere~
qué uso, Dios mio, no baria de él! Pero
yo
tuve estas
horas, tuve á mi disposicion bastantes meses
y
años ,
y
perdí por mi pura insensatez todos estos hermosos días:
¿qué se debe pensar del tiempo que se gasta, que se pier–
de infelizmente en el juego, en los espectáculos , en esos
pasatiempos tan vacíos y can criminales, en las asambleas
mundanas?
¡Ay!
piérdense los dos tercios de la vida en
el sueño y en la niñez, y tal vez el tiempo menos mal
empleado necesita llorarse. Buen Dios,
i
cuál será nues–
tra suerte?
Duyt1
tempus habemus, operenmr bonum:
obre–
mos bien mientras tenemos ciempo. Redimamos el tiem–
po perdido, empleando en buenas obras el poco tiempo
que nos queda:
Redimentes tempus, quoniam dies mali
szmt.
El evangelio es del cap.
4.
de san Juan.
In
ilío tempore
:
Erat quidam
Regulus Cf.Jjus filiur infirmaba–
tur Capharnaum. Hic cum au–
disset quia Jesus adveniret
d
Ju dcea
in
Gatilceam
,
abiit ad
eum
,
et rogabat eum
ut
des–
crnderet, el sanaret
fitium
ejus;
incipiebat enim mori. Dixit
ergo Je sus ad eum: Nisi sig–
na,
et prodigia videritis
,
non
creditis. Dicit ad eum Regu–
lus
:
Domine
,
descende prius
quam moriatur filius meus. Di–
cit ei; Vade, filius tuus vi–
vit. Credi dit horno
sermoni,
quem df.xit ei Jesus
,
et ibat.
Jam autem eo descendente, ser–
'!Jl
occurrerunt ei
,
et nunti:i-
~
o-
.l d·
Q
.
filº
'Z.lerunt
zcentes
,
ura
zus
-¡¡ti
,:víZJeret. Interrogat er-
En
aquel tiempo: Había un cier–
to Régulo en Cafarnaun , el cual
tenia un hijo enfermo. Éste , ha–
biendo oído que Jesus había ve–
nido de Judea á Galilea , se fué
á él, y le suplicaba que fuese y
sanase á su hijo , porque estaba
cercano á morir. Jesus, pues, le
dixo : Si no veis milagros y pro–
digiGs no creeis. Respondióle el
Régufo: Señor, ven antes que mi
hijo se muera. Díxole Jesus: Vé,
tu hijo vive : El hombre creyó
á
las palabras que
le dixo Jesus,
y se marchó. Y estando cerca de
su casa ,
le salieron al encuen–
tro los criados ,
y
le anunciaron
como su hijo vivía. ÉL , pues,
les preguntó la hora en que ha–
bia
comenzado
á mejorarse. Y