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186

DOMINGO

DOCE

en verdad os dígo, que siempre que hicísteis estas cosas

con uno

de

los mas pequeños de estos mis hermanos, las

hidsteis

conmigo mismo. La sentencia de condenacion

con que el soberano

Juez

precipitará

á

los réprobos al

fuego ecerrto

1

no tendrá por motivo sino su insensibilidad

á

los males

y

á las necesidades del próximo.

i

Podemos

creer esta

gran

verdad ,

y

no enternecernos las miserias

agenas?

í y

pasar un solo dia sin santificarle con algunas

obras de mi ericorctia?

En

aquel día tan terrible en que el

sobera110 Juez premiará á cada uno segun sus obras: en

el

dia deci sivo de nuestra suene eterna, ninguna mencion

hará

el

Señor de las maceraciones del cuerpo, de los

exercícios de devocion,

de

las oraciones: no

es

esto decir,

que no le sean acepta<>, que no atienda

á

éllas, que no sean

trnos med ios

de

sa lvaaioil, asL como son unos actos de

virtud dignos

de

·recompensa: el Salvador ha querido

hacernos comprender cuánta es la necesidad de las obras

de mi ericordia , cuánto es

su

mérito,

y

que sin esta ca–

ridad crisriana hace Dios poco caso de todas las otras vir–

tudes. Sin embargo, esta caridad está el dia de hoy

muy

i·esfriaJa entre los cristianos : mfranse las obras de mise–

ricordia como unos actos heróicos, propios

de

tirl

corto

número de personás devotas;¿ Y deb1tn mirarse como sim–

ples consejos , cuando son los motivos de una sentencia

decisiva de tau ta consecuencia?

De

nada se cuida menos

que de las obras de misericordia ; porque la caridad que

debia carácterizar

á

los

cristianos

está

casi apagada.

¡Cuántas personas rlo

han

puesto jamá los pies en un hos–

pital

!

i

Esas personas tan opulentas, tan engalanadas, tan

magnificas ert muebles • en vaxillas, en caballos alivian

y

visitan

á.

esos pobtes presos , á esos pobres vergonzantes,

que quedariart ricos con lo supérfluo de tantos ricos, si

lo ernplea-ran en lo que debian? ¡Ah; Señor! si la caridad

cristiana :es tan rara el dia de hoy, si está casi apagada;

i

donde está,

y

cual es nuestra

fe~

Ya comprendo, Señor, cu.áctta razon tuvísteis para

decir, que es corto el número de los escogidos. Pero, Dios

mio

1

aunque ruera mas corto que lo que es , yo quiero

ser de este corto número., os pido vuestta gracia; y ayu–

dado de élla , espero que la resolucion que tomo de pasar

el

resto de mis días en el exercicio de las obras de mise...