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SÁBADO SEGUNDO

de la sinagoga, debia haber toda la herencia

y

todas las

bendiCiones del cielo que parecían pertenecer á esta hija

p rimogénita;

y

los genti les, aunque habían de venir los

últimos, debían tomar

y

ocupar el lugar de los judíos en

el reyno de Dios. Esta es la realidad de que la historia

de Jacob no era sino figura.

Aún no había s1lido

J

acob del cuarto de su padre,

cuando entró E saú, el que le pre <>entó lo que acababa de

aparejarle de su caza,

y

le ·pidió su bendicion. Isaac le

respondió, que babia dado su bendicion

á

Jacob con to–

d as las ventaj as

y

pre rogativas que eran consiguientes.

E saú desconsolado,

proru

mpió en gritos

y

clamores, llo–

ró, se quejó ,

y

se enfureció. Isaac, que ilustrado por ins–

tinto superio r descubría en todo esto la conducta de la

divina Providenci a, no se alteró

ni

menos se i·ndigno. Úni–

camente procuró consol arlo;

y

no pudiendo revocar lo

que

babia hecho, se contentó con

desearl~

alguna pros–

peridad temporal:

In pinguedine terree, et in r ore ca?li

de

super erit

benedictio t ua.

Tu

bendicion , le dixo, será

de la. grosura de la t ie rra

y

del rocío det ciel9. Tales

son por lo comun las pros peridades

y

bendiciones de los

imp íos. Dios les concede en esta vida prosperidades tem–

porales, que son seguidas en la otra de una infelicidad eter–

na: as í se engordan, dice san Gregori o , las vacas que han

de llt!varse deotro de poco al matadero.

La parábola del hijo Pródigo, que hace el asunto del

evangelio de este dia, tiene mucha relacion con

la

historia·

~ontenida

en la epístola. El Salvador, que babia venido par–

ticularmente por los pecadores, acababa de animarlos

y

convidarlos á que se convirtieran, m:inife tando á cuantos

le

escuchaban el gozo que causa en el cielo la conversion

de

un ~

alma pecadora;

y

para moverlos mas anadió la

parábola siguiente.

·

Habia un hombre, les dixo, que tenia dos hijos. Lama–

yor parte de los antiguos padres son de parecer, que estos

dos hijos representan

á

los judíos

y

gentiles: esto no

quita

que esta parábola pueda aplicarse cambien

á

los justos

y-·á

los pecadores. En efecto, en toda

la

condu~ta

del

hijo

libertino se ve representados al

vivo

todos los pasos

y

caminos del pecador

. El mas

joven de esto dos hijos di-

. •

~o

.á su padre, que se

sirvie

.rn darle su parte

ó

su legítima; ·

l