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SÁBADO SEGUNDO
bi enes paternos,
y
la superioridad sobre todos los her–
manos. Habiéndose casado E saú con una muger cananea,
llamada Judit, contra la voluntad de sus padres, entibió
mocho el amor del padre
y
de la madre. Sin embargo,
viendo Isaac que se acercaba el fin de sus días,
y
estan–
do ciego, le hizo venir para echarle su bendicion, mi–
r ándolo siempre como á primogénito. Era esta una cere–
monia por la que los primogénitos entraban en posesion
de sus prerogati vas. .Y como E saú fuese gran cazador, le
dixo el santo Viejo, que no le echaria esta solemne ben–
di cion basta que le hubiese tra ído alguna cosa de su caza,
y
se la hubiese guisado
á
su gu to. ·Habiéndolo oido Re–
beca, dex6 que se fuera Esaú; y habiendo llamado
á
Ja–
cob, le dixo la intencion que tenia de procurarle la ben–
d icion solemne de su pad re. Para conseguirlo era preci–
so pr venir la vuelta del cazador, hacer sus veces, y re–
presentar su persona. Rebeca le d ixo á Jacob, que fuera
prontamente á traer dos cabritos de los mejores del ga–
nado , que élla los sazonaría del modo que sabia habían
de gus tar
á
su pad re. El proyecto era demasiado venta–
joso al hermano menor para que no le gustara; pero al
mi mo rjempo temía J cob, que si se descubria
el
arti–
ficio le podría ser de mucho daño. Sabed, qixo
á
su
madre, que mi hermano tiene todo el cuerpo cubierto de
vello,
y
yo no. Si mi padre llega á tocarme,
y
lo advier–
te, creerá que lo he querido engañar ,
y
t al vez atraeré
sobre mí su maldicion en lugar de su bendicion. No tie–
nes que .temer, hijo mio, replicó su madre: Esta maldi–
cion caiga sobre mí; haz solo lo · que te d igo, pues ig–
noras el misterio que hay en esto. Es evidente que élla
no lo ignoraba,
y
que lo que le hacia obrar
y
hablar de
esta suerte era la
~onfianza
que tenia de ver cumplido lo
que el Señor la había dicho al tiempo de su preñado: que
el primogénito sería súbdito del menor.
Obedece· Jacob;
y
habiendo traído los dos cabritos,
se
los
dió
á su madre, la que los guisó segun sabia ser
del gusto de su padre. Hizo que Jacob tomara los mas
ricos vestidos de Esaú, le puso al rededor del cuello unas
tiras de la piel de los cabritos,
y
unos guantes de lo
mis~
mo en sus manos. Disfrazado de este modo, entra en el
cuarto de Isaac llevando lo qwe su madre había dispues-