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,,
DE CUARESMA.
'201
has recibido,
y
á
las que has embarazado el efecto. ¿,Cuán–
tas santas in piraciones .has ·n:enido '?'¿,cuántos -buenos de–
seos,
y
éuántos pensarn:ientos saludables
á
vista .de ·a-que–
lla muerte irnprovista, á la nueva de aquel accidente a:d–
verso, al leer aquel libro devoto, en aquel sermon, en
aquella enfer rnedad? Todas estas santas inspiraciones, to–
dos estos piadosos movimientos interiores que has tenido,
pero á que no has atendido ni has ·seguido, son otras tan–
tas gracias que has despreciado:»j'<Dué·,pétdida, buen ;Dios!
z
Pero quién la siente
?
·¿,quién se duele de élla
~
r
PUNTO SEGUNDO.
' Consid~rá
qué -desgracia hubiera sido ·I.Q de 'la Samatl–
. tana y la de todos aquellos
qu~
creye1"0n en Jesucristo
por su medio, si élla no hubiera ido á buscat el agua
·á
la hora que el Salvador babia determinado ilustrarla, cor:i–
vertirla é instruirla; ó si habiendo ido, no hubiera que–
rido oír al que no la hablaba sino para convertirla' ;
{j
si
habiéndolo oido, lo hubierá dexad.o dt2sctortesmente, sin
querer rendirse
á-
l{:ls •solicitacionescir1terio r,es de
la
gra–
cia. ¡Qué ·desgracia la de muchos grandes santos', si no
se hubieran mostrado dóciles
á
la voz interior que los
llamaba;
á
únos
á
la soledad,
á
ótros al claustrn;
·á
és–
tas ·
á
romper aquel comercio,
á
aquéllós
á
venter tal
pasion, y
á
todos
á
trabajar sin dilacion en . el
ne~ocio
de
su
sal vacion
!
i
Qué hubiera sido de estos hé-roesfcris–
tianos, de estos grandes modelos? Repasemos otra vez
los singulares favores de que Dios nos ha llenado, y en
los que pensamos tan raras veces. ¡Cuántas santas leccio–
nes tenidas, al parecer, por acaso,
y
no obst'ante tan
á
propósito! ¡cuántos dichosos encuentros, improvisos á
17
verdad; pero muy propios para el designio 'que 'tenia
Dios
de convertirnos! ¡cuántos pequeños milagros, por decir–
lo así, hechos
á
favor nuestro! Una inspiracion que se
ha tenido, una reftexion que se hizo, una palabra que se
oyó han sido muchas veces la causa de una conver ion
perfecta. Y si tenemos la dicha de habernos consagrado
al servicio de Dios, examinemos lo que pasó en nue tra
vocacion, con iderémos todas las circunstancias que la
acompañaron,
y
admirémos la bondad
y
sabiduría con