Table of Contents Table of Contents
Previous Page  90 / 356 Next Page
Information
Show Menu
Previous Page 90 / 356 Next Page
Page Background

)

80

VIERNES SEGUNDO

MEDITACION.

Sobre el precio de la sal'T.Jacion.

PUNTO PRIMERO.

Considera de qué precio es la sangre adorable de J€su–

cristo; esto es, justamente lo que vale mi salvacion, tal es

el precio de la salvacion de mi alma.

i

Pero es esta la idea

que tenemos de nuestra salvacion?

La salvaciones un tesoro que encierra todos los bienes,

y

la misma fuente de todos los bienes en la posesion del mis–

mo Dios; pero que debe llamarse con razon tesoro escon–

sido' pues tan pocas gentes conocen su precio : escondi–

do, pues no se quiere dar nada, no se pierde sin pena ;

y

sin embargo, todo el mundo conviene en que es desventu–

rado el hombre desde el punto que la ha perdido.

i

Qué dig–

na de lástima es nuestra conducta?

i

Ha obrado una perso–

na su salvacion? De nada tiene que arrepentirse, es suma–

mente dichosa, nada riene ya que temer.

iSe

ha conde–

nado? pues p0r mas que en vida hubiese salido bien con

cuanto hubiese emprendido, aunque hubiese sido la mas

feliz, la sola feliz entre todos los mortales, nada ha hecho:

la suma desdicha, el agregado de todos los males, yde todos .

los males eternos, es su herencia

y

su suerte.

i

Qué te parece?

¿es la salvacion de algun precio?

i

merece a1guna estima–

c ion? ¿es acreedora á nuestros cuidados?

i

para obrar nues–

t ra salvacion no debemos sacrificar alguna cosa?

i

En qué hacemos consistir nuestra cordura?

i

dónde

está nuestra razon?

i

dónde nuestro juicio?

i

á qué se redú–

ce nuestra creencia? Se hacen gastos inmensos, se expen–

de mas de lo que se tiene para comprar un empleo, para

haber una heredad, para adquirir lo que ha de ser un nuevo

fondo de inquietud, de penas

y

de des azones:

y

por el cielo,

y

para adquirir este fondo enagenable de fe licidad, es ta in a .

gotable fuente de bienes eternos, no se quiere muchas ve–

ces ni aun da r lo supérfluo: no querría dará los pobres lo

que se pierde al juego : una abstinencia, un ayuno de Cua–

r es na parecen precep tos demasiado gravosos.

¿A

cuán-