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tado con sus Telaxac10nes,
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por
v~ntura,
no viven en pe–
cado? Todas esas personas tan fiimiliarizadas con el pe–
cado, que envejecen-la, mayor
parte.enel pecado,
imo–
rirán acaso en estado- efe gracia? Lo-s remordimientos de
fa
conciencia,. st! J?mbotan en éllos, el alma se endurece,
Dios se
v~a-gá:' ¡.terrible ;
per,o'justo castigo de Dios!
Pocas
só~
las . pers.onas que mueren de repente; pero
hay pocas muertes que no sean improvistas y repentinas.
Y cuando no se hace penitencia en vida, ise hace, ó se
está en estado de hacerla á la hora de la
muerte~
El hom–
bre nunca apetece con mas ardor los objetos que sirven
de fomentq 'á su concupiscencia, que cuando estos ob–
jetos se le escapan.: bien sea que una 'fuerza superior nos
19s arrebate, ó que nos arranqÜe
y -
nos separe de éllos.
A la hora de la muerte es muy de temer que la peniten–
cia sea forzada, que sea natural, que sea del todo humana.
Cuenta despues de esto sobre la penitencia que harás á la
hor~
de la muerte.
¡Y se vive tranquila.mente en el pecado, Señor! ¡y se
pasan los días alegremente viviendo en la impénitencia!
¡Es posible me haga impresion otro objeto que éste! ¡que
otra desgracia que ésta me espante!¡ que yo no pida
á
to–
da hora la gracia de
no
rnorir en pecado! ¡Ah, Dios mio,
quién debe temer 'mas
cp.ieyo esta impenitencia fin al! Yo
empiezo desde este instante mi penitencia, dulce Jesus
. mio;
y
espero que vos me concederéis la gracia de ha–
ber]a hecho antes de morir.
JACULATORIAS PARA ENTRE EE' DIA.
'
1
J uxta est dies perditionis, et adesse f estinant tempora.
Deuter.
32.
¡Oh, cuan aprisa viene el iiempo de la venganza ! Es..
te tiempo funesto en que el pecador muere impeniten-
,
B 4