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DOMINGO SEGUNDO
erat Verb11m, et
Ver bum
erat
apud Deum, et Deus erat
Verbum:
El Verbo ex1 tia de de el principio;
y
el Verbo
estaba en Dios,
y
el Verbo era Dio . Pero si je ucristo
hace á los tres discípulos te tigos de su gloria en el Tabor,
quiere que lo sean así mismo de su agonía en el huerto:
dándonos á entender con esto el Salvador, que no da par·
te en sus dulzuras á los que no la toman en las amargu–
ras de su pasion.
Asímismo para hacer testigos de su tramfiguracion
á
los discípulos, los desvia de la muchedumbre,
y
lo~
lle–
va á la cima de un monte muy alto: lo que todav1a practi–
ca el dia de hoy con las almas fieles; á las que se manifies–
ta, llevándolas al retiro,
y
elevándose
él
las sobre los ob–
jetos criados. Esas almas baxas, que arrastran toda u vida
sobre
la
tierra, son indignas de los favores celestiale que
hace Dios á los que aspiran á la perfeccion. Ese cuerpo,
que
hoy
se ve de figurado, abatido, con umido con los ri–
gores de la penitencia, resplandecerá como un sol por toda
una eternidad. Este pen amiento ha sostenido en todos
tiempos,
y
sostiene el dia de hoy
á
tantos cristiano fervo–
rosos, á tantos santos religiosos en los rigores de la mas aus–
tera penitencia. Las dulzuras espirituales son aun en esta vi–
da los frutos de la cruz. En medio de aquella gloria, que
resalta de todas partes: en medio de aquel dia resplande–
ciente, qne se puede llamar dia de triunfo de Ja agrada
humanidad de Jesucristo, e te divino Salvador no habla
sino de las humillaciones de su muerte,
y
de sus tormen -
tos. De donde
se
infiere, que un cristiano debe poner toda
su
gloria en la mortificacion
y
en la cruz.
No quiera Dios,
decía el
A
pó rol ,
que yo
me
gloríe
en
otra cosa, que en la
cruz de nuestro Señor Jesucristo.
El Salvador no permite
á
lo
te tigo de su gloriosa transfiguracion hablar
de
é lla
sino de pue de u resurreccion, temiendo que la publi–
cacion de es te prodigio impidiese su pasion. ¡Cosa extra–
ña!
Para hacer pa tente su gloria escoge Je ucri to un mon–
te _d sviad de todo comercio: solo lleva con igo un o po·
co
te t igos ,
á
quiene encarga 1 silencio
y
el secre to de
lo que b a n
i
to.
P
ro cuan o se trata de pade e r un
muerte afr nto
a e
coge un monte expuesto á los ojo de
t
a
J e ru
len.
A
í confu nd í ,
ó
divino Sa l vador, nue
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