![Show Menu](styles/mobile-menu.png)
![Page Background](./../common/page-substrates/page0013.jpg)
DE CU.A.RESMA.
3
que el
per~on
que espero me concedais ,
por
mas graves
é
innumerables que sean mis pecados. Es cosa bien clara,
que lo que obligó á todos los profetas, y particularmente
á
David en sus salmos, á admirar y ensalzar á toda ho–
ra con unos términos que parecen de entusiasmo la mise -
ricordia de Dios sobre todos los demas
atribu~os,
es el ha–
berse dignado hacerse hombre para redimir al hombre con
su muerte de cruz. En efecto, la encarnacion y la reden–
cion son unos misterios incomprensibles, y muy propio
para excitar nuestra confianza y nuestro arrepentimiento.
Por lo que mira á la epístola, de que se compuso el nue–
v ó
oficio de este domingo, no se tuvo por necesario repe–
tir la del oficio del sábado antecedente; pero se tomó un
asunto muy semejante de entre las instrucciones que san
Pablo da á los de Tesalónica en la misma carta, para en–
señará los fieles
á
vivir santamente en el mundo,
y
ade–
lantarse en los caminos de la perfeccion:
Os rogamos,
di–
ce el Apóstol,
y os conjuramos en el nombre de J esucrist o,
á
que andeis sin cesar y sin desmayar un punto por los ca–
minos de Dios
,
observando sus mandamientos, y agradán–
dole continuamente, como os lo hemos enseñado.
No os bas–
ta haber empezado tan bien; es necesario que persevereis
y os adelanteis cada dia mas y mas. No ignorais ios p re–
ceptos que os he dado de parte de Dios, y lo que Dios es–
pera de vuestra fidelidad:
La voluntad de Dios es que seais
santos.
¡Qué verdad de mayor consuelo, y mas propia pa–
ra animar vuestro zelo
y
el deseo de vuestra perfeccion!
Nada desea Dios mas sinceramente que vuestra salvacion:
no hay uno entre vosotros á quien no llame Dios á la san–
tidad. Esto fue lo que se propuso cuando os llamó á su ser–
vicio: por esto el Salvador divino exhorta en tantas partes
á
todos los cristianos
á
que vivan de una manera tan pur a,
tan santa, tan irreprensible; en una palabra, de un mo–
do digno de su vocacion:
abst enéos
de
toda impureza.
La
menor falta contra esta delicada virtud mancha el alma,
y
la hace horrible
á
los ojos de Dios. Acordáos, continúa, que
vue.stros cuerpos son templos Clel Es'píritu santo; no los pro–
faneis con la mas ligera mancha. Un cristiano debe tener
una especie de respeto y veneracion
á
su cuerpo por ser
miembro de Jesucristo.
i No
sabeis, dice el mismo Após tol
á
los corintios (
r,
Cor.
6. ), que vuestros cuerpos son miem-
A
2