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DE CUARESMA.

faciem

1udm, et

timuerunt val-

temieron mucho. Pero Jesus se lle–

ild.

Et accessit J esus, et

teti-

g9 ,

y los tocó , y les dixo : Levan–

git

eos; dixit que eis

:

Surgite,

táos ,

y

no temais.

Y

alzando sus

et nolite timere. Levantes au-

'ojos ·' no vieron

á

nadie , sino

á

so–

tem oculos

su.os,

rmninem vi-

lo Jesus. Baxando del monte , les

aerunt, nisi solum Jesum.

Et

impuso Jesus precepto, diciendo:

No

descendentibus illis de monte,

digais á nadie lo que habeis visto,

pnecepit eis J esu1, dicens: Ne-

hasta que el

Hijo

del

hombre

resu.–

mini dixerisis visi.onem

,

do-

cite de entre los muertos.

nec Filius hominis

'1

mortufr

resurgat.

MEDITACION.

)

'

Que _no podemos ser dichosos aun en esta

'Vida,

StJlO

estando con JesucriSto.

PUNTO PRIMERO.

1

Considera como ha mucho tiempo que se busca inútil–

mente el ser dichosos sobre- la tierra; digo inútilmente,

porqu~

la felicidad misma de ésta no es fruto de la tie–

rra que

habitamos. Despues de la ·maldicion que atraxo

sobre élla el pecado del primer hombre, no lleva otra co–

sa

que abrojos, no produce otra cosa que espinas; la amar–

gura ·está derramada en tqdos sus fruws: así se ve que el

mundo tan magnífico

en

sus

prome~as

no ha poétido has–

ta aquí hacer sino

i~felices.

Los mas bien labrados , los que

han tenido mas parte en los bienes de esta vida , son los

que sienten mas

el

vacío de todos los bienes criados ; Sa.:–

lomon, el mas rico, el mas feliz, el mas poderoso de to–

dos los monarcas, confiesa ingénuamente su indigencia.

En

el

centro de la misma abundancia, en medio de la mas

floreciente

y

mas continuada prosperidád no se detiene

en confesar, que todo lo que el mundo. ofr:ece, que .todo

lo que ha

y

en :el mundo, no es mas que Ilus10n

y

vanidad.

Para ser feliz es necesario que el corazon esté tranquilo,

que esté contento, que todo esté en calma,

y

esta paz del

corazon no puede ser un presente del mundo. En medio

de los

bienes

,

de las honras

y

los placeres, es donde hay

menos serenidad;

solo

Jesucristo puede manda_r

á

las olas

-

I