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PRIMER SÁBADO
de sábado, que quiere decir,_dia de descanso del Señor:
Sabbatum Domini Dei ·tui est.
Y luego que prescribió las
leyes de su culto al pueblo que escogió para sí, quiso que
se llamase día santo:
Dies septimus vocabitur sanctus
(
Levit.
23.),
porque era el sábado del Señor. Prohibió á su
pueblo el que hiciera obra alguna en este día,
y
le man-
' dó que le santificara, porque le había consagrado para sí.
Este día tan santo del desea.aso del Criador era una figura
del verdadero dia del descanso del Redentor; es decir, del
dia glorioso de su triunfante Resurreccion; en el cual se
puede decir que descansó este divino Salvador despues
de haber acabado la grande obra de nllestra redencion,
infinitamente mas gloriosa para Dios que la creacion del
mundo. Acabada esta grande obra, ya no había trabajos,
cuidados, ni fatigas que pasar. El dia de
~·1
Resurreccion
fue propiamente
y
por excelencia el verdadero dia del sá–
bado:
Sabbatum Domini Dei est.
Del cual se puede de–
cir con mas razon que del primero:
Et requievit ab uni–
ver
.L
opere quod patrarat.
Esto es lo que movió al Señor
á
transferir el sábado
y
toda su solemnidad al domingo, pa·
ra honrar con esta traslacion la Resurreccion del Salva–
dor. Habiendo pasado el pueblo de Dios de la sinagoga
.á.
la Iglesia, trasladó á ésta la celebracion del sábado; es–
to
es, la santificacion del dia del Señor; esta traslacion
no impidió al principio el que no quedase siempre en el
espíritu
y
en el corazon de los judíos convertidos un fon–
do de
"~
1
'\. &ion
hácia el sábado, el que hasta entonces
se había m1 ..do por motivo de religion como el d!a de
fiesta por ex \encía. Esto es lo que hizo que la lgle ia
no interrumpiera la fiesta de este dia
á
los principios, cuan–
do solo se componía .de judíos convertidos, acostumbra–
dos
á
solemnizarle con celebridad, no haciendo obra al–
guna servil: de suerte, que en aquellos primeros tiempos
se celebraba el sábado casi con la misma solemnidad que
el domingo;
y
por una consecuen.cia de religion estaba
prohibido ayunar el sábado como el domingo, para que
nada ff::lltara á la alegría de la fiesta. La iglesia primitiva,
no estaúdo todavía establecida en el Oriente, toleró esta
eostumbre. Todavía parece que esta prohibicion de ayu–
nar fue mas expresa, que la de no hacer obras .serviles;
y
de aquí vino -el caprich0 de los
orientale~
de no que-