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I

202

MIERCOLES

tol dice del Salvador, que la ley

y

los profetas dan testi·

monio de él:

Testificatus d lege et prophetis.

Se puede decir con verdad que el _ayuno de la Cua–

resma es tan antiguo como el evangelio; pues el Hijo de

Dios no comenzó

á

predicar su evangelio sino despues de

haber ayunado cuarenta dias

y

cuarenta noches. Pero

aunque se pueda decir que fue éste la primera institucion

de la Cuaresma, pues dice san Gerónimo, que Jesucri to

san tificó entónces el ayuno de los cristianos; no se p.ue–

de decir que el exemplo de Jesucristo haya sido desde en–

tónces una ley inviolable,

á

la cual quisiese sujetar á to–

dos sus discípulos. Porla respuesta que el Salvador dió

á

los fariseos parece que el Salvador no quería ob)f,gar

á

sus discípulos

á

ayunar sino despues qúe habrían

~do

prti.–

vados de la presencia del Esposo celestial·

, a un dia,

dixo, en que el esposo les será quitado, y ent nces ayu–

narán:

//enient autem dies, cum auferetur ab eis sponsus,

et tune jejurzabunt.

En efecto, apenas hubo subido el Sal–

va :ir á los cielos, cuando los ayunos fueron muy

frP.–

cue

.es en los apóstoles

y

en los primeros fieles. Y así

au · :\e el ayuno sea de precepto divino, el establecimien–

to de ia Cuaresma, esto es, lá forma del ayuno, ó el mo–

do de ayunar un número cierto de días antes de Pascua,

es de institucion apostólica. El Salvador, dice san Geró–

nimo,

s~có

con su ayuno de cuarenta días el ayuno

solemneJ j,e_los cristianos,

y

su exemplo fue la primera ins–

tituci

¡,;

e la Cuaresma ; pero no hizo entónces un man.

damie

To

expr~o:

cuando quiso que se estableciera, fue

probablemente desde su Resurreccion hasta su Ascension,

cuando enseñó

á

sus apóstoles el modo con que debian

formar su Iglesia,

y

las observancias religiosas que habian

de tener. El exemplo del Salvador del mundo fixó el nú–

mero de los dias de ayuno,

y

el tiempo inmediato antei

de Pascua les pareció el mas propio p,ara servir de prepa·

racion para esta gran festividad. En efecto, dice san Agus–

tin, no se podia escoger en todo el año tiempo mas á pro–

pósito para el ayuno de la Cuaresma que aquel q·ue vie–

ne á parar en la pasion de Jesucristo;

y

así este es el que

el Espíritu santo ha fixado en la Iglesia.

Como las seis semanas de la Cuaresma solo incluyen

treinta

y

seis dias de a

y

uno, la Iglesia, gobernada siempre