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. DESPUES DE LA EPIFANiA.
. 87
vian,
y
les dixo que hicieran todo lo que les mandara Je–
sus. Muchos habian ya echado de ver que se babia aca–
bado el vino, y el mismo novio lo habia advertido, cuan–
do Jesucristo mandó
á
los que servian que llenaran de
agua seis tinajas de piedra, es decir, seis tinajas de una
es~
pecie de alabastro
ú
de piedra ofite, destinadas para la
purificacion de los judíos, los cuales ántes de 'comer acos–
tumbraban lavarse los pies
y
las manos desde el codo has–
ta las puntas de los dedos, los vasos, los cuchillos, y las
otras cosas de que se servian en la mesa. Cada una de es–
tas tinajas cabia dos
ó
tres metrétas de agua, es decir, cin–
cuenta
ó
sesenta azumbres. Apenas estuvieron llenas has–
ta arriba, cuando al punto mudó el agua de color, y se
convirtió en un excelente vino por la virtud de aquél que
con U{_l_solo
a~o
de su voluntad hizo de nada todas las
cosas.
Efilo.ríé·~
dixo Jesucristo
á
los sirvientes: Sacad
y
dad de beber al presidente del festín para que lo pruebe.
El que presidia el festin ordinariamente era, si creemos
á
las tradiciones judáicas, uno de sus sacerdotes,
~e1'9ual
tenia á su cargo el arreglarlo todo, y estar
á
la vis1fllllT'Jara
que no se hiciera cosa que fuese contraria á la honestidad
y
decencia. Se presentó, pues, el vino al sacerdote por
órden del Salvador: lo probó; p,ero como atendía á otras
muchas cosas,
y
no sabia lo quehabia sucedido, quedó sor–
prendido de la generosidad
y
bondad del nuevo vino. Lla–
mó al punto al
novio~
el que, segun costumbre, iba de me–
sa en mesa dando órdenes para que todo estuviese servido
con
puntu~lidad
y
nada faltara. ¿Cómo, le dixo sonrién–
dose, cómo nos has dado este chasco? Todos acostumbran
poner el buen vino al empezar la comida,
y
dan el peor
cuando ven que ya todos han bebido bastante; y tú lo
has hecho a,l contrario, guardando el mejor vino para el
fin.
Todos hicieron alto sobre este dicho del sacerdote,
y
cada cual reconoció por su gusto, que un vino hecho in–
mediatamente por el Criador, es mejor incomparablemen·
te que el producido por la naturaleza. De este modo em–
pezo el Salvador
á
hacer ostension de su poder por esta
accion, que fue el primero de sus milagros públicos; por–
que no puede dudarse, dice Maldonado, que el Salvador
habria hecho muchos ótros, conocidos solo de san José
y
de su Madre santísima. Pero como no había llegado aún
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