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¡-

DOMINGO SEPTIMO

hacer

conocer

a

todo hombre

.de

juicio

el ningun

prove–

cho que se saca de los placeres y honras vanas de esta

vida. Vosotros, dice

a

los romanos, os entregásteis

a

to–

dos los deseos de vuestro corazon: fuísteis la

víctima

de

vuestras- pasiones ;

i

que no habeis hecho

y

padecido para

agradar

a

un

mundo,

ó

por mejor decir,

i

un

tirana

de

quien

e:. tábais hechos

esclavos ~

i

Y

que

ventaja hallásteis

en

aqu ellas

cosas de que ahora os avergonzais

~

Pues el ·

fin de todas ellas es la muerte. El desarreglo de las cos–

tumbres, lqs deleytes criminales cuestan mucho,

y

no

dexan sino arrepentimie11tos

y

pesares.

i

Que provecho ·sa–

can los pecadores , aun los mas dichosos , · de sus peca–

dos~

El deleyte ·que fué como la flor de sus

~ulpas,

pa–

en un instante,

y

solo quedan los remordimiento ,

~a

turbacion , la vergüenza , que son los frutos · amargos de

la iniquidad.

i

Que les queda

a

todas las infelices víctimas

del infierno de todas sus injusticias', de su licencia des–

enfrenada

y

de todos sus

pecados~

Una eterna desespera–

cion, mucho ·pias amarga

y

dolorosa qqe las .lJamas que

las devora; ·veis aquí quales son los frutos de. sus delitos.

Y quando el pecado hiciera al hombre dichoso sobre la

. tierra,

i

que se puede gapar, quando se pierde uno por

_una

eternidad~

Qui

prodest~

Nunc vero liberáti

a

peccáto, servi autem facti De(),

habetis fructum vestrum in sa'nctificationem, finern vero

vitam cetérf1:am:

mas ahora libres del pecado

y

sujetos

a

Dios, la ventaja que hallais en esto es vuestra santifi_ca–

cion,

y

el fin ·la vida eterna. Veis aquí lo que se·gana en

· el servicio de

Dios

:

una paz inalterable de corazon, una

conciencia sosegada, un gozo interior puro, una vida lle–

na de las mas castas delicias.:

¡

y

que consuelo

a

la hora

de Ja muerte !. Y por toda la eternidad ·una felicidad sin .

medida , sin intervalo , sin límites.

Stipéndia enim peccá·–

ti

mors. Grátia

autef/1

Dei vita cetérna in ChristtJ Jesu

.Dómino nostro.

Porque el sueldo del pecado, continúa el

s·anto apóstol , es la muerte ; pero la gracia que

se

re–

cibe de Dios, es la vida eterna en Jesucristo nuestro Se–

ñor. ¡Que amo tan liberal

y

tan magnífi co es el Señor,

exclama un sabio

y

devoto intérprete!' Recompensa con

la vida eterna una fidelidad de pocos años,

y

algunas ve–

ces de pocos dias;

y

aun esta

fide~idad

se debe siempre

' -

·a.