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D0~1INGO -

SÉPTIMO

quando el demon io nos solicita

a

pecar, no nos promete

otra recompensa.

Se

satisface el pecador quando peca; pero

¡que caro le cuesta esta satisfaccion

!

Impu reza

, injusticia,

venganza, ¡de que sinsabores

no sois

seguid.as!

¡

Y

qu~

ver–

güenza,

qué

amargo pesar, qué terrible desesperacion, qué

rabia por toda

la

eternidad

!

El pecado es una insigne

in–

juria hecha

a

Dios,

y

al

mi smo tiempo

el

mas cruel tira- ·

no del pecador. Se puede decir que el pecado es

a

un mis–

mo ·tiempo la pena

y

el castigo del pecado·r. Entorpecien–

do el espíritu

y

degradándole, atormenta horriblemente

el

corazon: arma, por decirlo así, todas las furias contra

el

pecador. El tumulto

y

el desarreglo adormecen

y

ato–

londran por alg:un tiempo al pecador:

es el

)ecado

(1ma

bebida que suspende por algunas hora$, por algunos dtas,

no el sentido, pero

si

la

razon

y

el juicio: quando se pe-

.ca no se hace uso de _ la

razon ;

pero en

:fin , la

soño encia

no dura siempre, se vuelve

de ella,

se despierta; ¡y que

vergüenza entónces, qué indignacion,

qué

despecho con·

tra

s~

propia estolidez!

¡Buen

Dios ,

qué

de terribles

tor–

mentos causa Ja sola memoria de una vida pasada

en

la

di–

solucion

y

en el vicio! No hay delito que no lleve consigo

·su

supli~io.

Salud arruinada , caudales disipados, familia

llena de deudas , fama perdida, nombre desacreditado;

i

no sois vosotros

los

solos réditos , por decirlo así, el único

estipe ndio del pecado?¡ Que vergüenza mas terrible, qué

pesar mas amargo que

el

que nos abruma, quando

se ve,

- quando se experimenta que se ha perdido

a

un

D ios, fuente

de todos los bienes: quando se compara la duracion eterna

de

la pena con

la

brevedad del deleyte, la cordura de los

buenos

coa

la extravagancia de los libertinos : la felicidad

incomprehensible

de

los Santos con la infinita

des vent.~.Ha

de una alma condenada! No hay pecador que tarde

o

tem–

prano no se avergüenze de su pecado: no hay réprobo que

por toda la eternidad no rabie al acordarse de su vida -

criminal.

i

Que es ahora de todos aquellos insignes

peca–

dores de aquellos mundanos envejecídós, de aquellos Iib

0

r- .

tinos insolentes que hacian gala

de sus

desórdenes?

i

vue

les

sirvió

su licencia desenfrenada, aquel liberdnage

er–

guido, aquel orgulloso desprecio que

h

cfan

de

Ir

s

mas

santas leyes ;

aq~e

la ostenraci on que

hacían de

sus

pro–

pios delitos

~

¡

Con que fi ereza se burlaban de las 1nas ·ier-

ri-