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D01\11INGO SEPTIMO
tificacion,
sentir
mas
bf}xamente de sí, ménos
vivaciaad
sobre puntos de honra , ménos dureza sobre las miserias
agenas , ménos delicadeza con su persona ; estos son unos
puntos . capitales,
y
como el fund ament_o de la
verd~dera
· devocion.
¡
Que error buscar su perfeccton fuera de su es–
ta~o
!
Las condiciones son diferentes ; pero todos tienen una
misma obligacion de cumplir con todas las obligaciones de
aquella en que Dios los ha puesto. No toda -devo -·ion con·
viene
a
toda suerte de condiciones : lo que serviría
a
la
s~n
tidad de unos, sería un obstáculo
a
la salvacion de otros.
Son las condiciones como otros tantos árboles , que deben,
segun el evangelio, llevar
todos
frutos; pero cada
uno,
fruto
·ae
su especie;
y
esto es lo
que hace
ma
inexcusable
nuestra floxedad
y
nuestras infidelidades.
Si
uera m . _es·
ter adquirir la perfeccion propia de un es tado diferente
de aquel
a
que
Dios
nos ha llamado, CO!taria
mucho,
y
la
virtud sería trabajosa;
z
pero que excusa podemos alegar,
· quando sabemos que la verdadera devocion consiste en
el
cumplimiento de las obligaciones de nues_tro
estado~
Una
per sona relit;iosa para santificarse , no est-á obligada sino
·a.
obser var ex<ictamente sus
votos~
y a
cumplir con pun-·
tualidad con todas las obligaciones
que -
su estado
y
sus
regl as la p rescriben : su p erfeccion no consiste en otra co–
sa . ino en l a perfecta observancia de todas sus reglas. U
p adre
y
una madre de
fa milias
encuent ran su perfeccion
encerrada , digámoslo así, en la práctica de los d eberes
v
haciendas
domés tic~s:
descuidar
de
esto
por prac t icar
Ót ras'
buenas
obras de mayor perfeccion,
es
una ilus íon.
Correr las iglesias
o
los hospitales, abandonando el cuida–
do de la edu cacion de los h ijos a la d iscrecion de los c ria–
dos , es una il usion
la
mas lasti mosa. Descuidar de las
· obligaciones de su estado , no guardar sus reglas en el
es–
t ado religioso que se ha abrazado por emplearse en obras
· de misericordía, es t rabajar mucho, pero sin fruto. Por
mas santo que sea el zelo, desde el pun to que es incom-
'pattble con los quehaceres que nos prescribe nuestro es..
tado , está desnudo de
todo
mér ito. Dios quiere ser ser–
vido
segun su voluntad'
y
no !legun nuestra inclinacion
y
nuest ro capricho: un
c riado.
solamente da gusto al amo
executando pu.ntualmente sus órdenes.
Señpr ,
t ambien
yo
os quiero servir de este modo
y
con