DESPUES
DE_PENTECOSTES.
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madrina,
sin
padrino , para la niña, aunque sue1e haber
ma s
1guna
vez. )
El sacerdot , habien o sabido del padd no
u
de la ma–
drina el nombre
que se quiere
poner
al niño que se ha
de au tizar'
le
dice :
i
Que pides
a
Ja
1
glesia ?
Quid petis
ab Ec
lisia ~
La fe , responde
el
padrino
a
nomb re
del ni–
ño;
Pzdem.
Dios n
quie r~
n su se
·vici
gentes que le sir·
van
por
fuerza : quiere que
l os
que a
iopta
por
hijos,
le
qu ieran rener p r pad re:
quie re
que se exhorte , qu " se so–
licite.
y
aun qu
s-- apremie ;-
pero
no
quiere abri r su casa
sino.
a
lo
que
desean.,
a
los
que quieren
y
piden
entrar
en
ella : en coda esta ceremonia se
di rige
siempre
el
sacer-–
dote al
qu ha de ser
bautizado:
quando
es
adulto,
<le–
e responder él mismo;
y
si es niño,
el
padrino
ó
la ma-
d rina
responden por
él, y
en
su
nombre.
Fides quid- ti–
i
prcestat?
continúa el sacerdote:
¿Para que· te
ha
dé
'ervir
la fe que pides? Para merecer
la vida
eterna, res–
ponde el
padrino
ó
la
madrina.
La
vida
eterna , dice
tl
esto el sacerdote, es ésta: Amarás al Señor tu
D ios
de to–
- do
tu
corazon,
de
toda tu
alma,
y
a
tu
próximo
como
ti mismo ; este
es
e1
primero
y
el .
mayor de todos los
, andamient
s:
H
rec est vita
~térna ,
díliges
Dóm~num
'Deum t uum ex toto corde tuo, ex t ota ánima t ua ,
&
pró–
:Cimum tuum sicut te ipsum
:
hoc est pr imum
&
máximum
mandát um.
Como si dixera: No bas ta tener solamente la
fo
para
merecer
la vida
eterna;
en
nuestra rel igion
es ne-
cesario
c reer,
y·es necesario
vivir
conforme a
lo
que
se
cree. La fe de
un cri t ia no
!1º
debe ser
puramente
es–
peculati va,
debe ser tambíen práct ica. Para merecer la
vida eterna es necesa rio creer sus
misterios , seguir s.u mo–
ral,
y
guarda r sus
mandamientos. Toda
la moral
cris tiana
está
ence rrada en
este
prec pro·, que
es
la
basa
y
el com–
pendio
de todos
los otros: Amarás
al
Se'ñor
tu
Dios·,
no
a
med ias
y
con
reserva.
Dios
no quiere un
corazon
parti–
do; qu iere
sí , que
le
ames
de todo
tu
corazon; es
decir,
sin divi sion :
le amarás
con toda
tu alma ; es decir, no
amarás
sino
al Señor con
un
amor de preferencia:
no
ama–
rás
a
ni nguna
cr i a ~ u ra
como
a
él'
y
e. n competencia de
él; pero amarás
a
tu
pró ximo coino
a
ti
mismo por amor
de Dios. E l
ai
or
oue- te
tienes
a
ti
mismo
debe ser la
me-
•
dida del que
debes tener
a
tu
próximo :
de
la
observa~-
c.ra