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DESPUES

DE_PENTECOSTES.

63

madrina,

sin

padrino , para la niña, aunque sue1e haber

ma s

1guna

vez. )

El sacerdot , habien o sabido del padd no

u

de la ma–

drina el nombre

que se quiere

poner

al niño que se ha

de au tizar'

le

dice :

i

Que pides

a

Ja

1

glesia ?

Quid petis

ab Ec

lisia ~

La fe , responde

el

padrino

a

nomb re

del ni–

ño;

Pzdem.

Dios n

quie r~

n su se

·vici

gentes que le sir·

van

por

fuerza : quiere que

l os

que a

iopta

por

hijos,

le

qu ieran rener p r pad re:

quie re

que se exhorte , qu " se so–

licite.

y

aun qu

s-- apremie ;-

pero

no

quiere abri r su casa

sino.

a

lo

que

desean.,

a

los

que quieren

y

piden

entrar

en

ella : en coda esta ceremonia se

di rige

siempre

el

sacer-–

dote al

qu ha de ser

bautizado:

quando

es

adulto,

<le–

e responder él mismo;

y

si es niño,

el

padrino

ó

la ma-

d rina

responden por

él, y

en

su

nombre.

Fides quid- ti–

i

prcestat?

continúa el sacerdote:

¿Para que· te

ha

'ervir

la fe que pides? Para merecer

la vida

eterna, res–

ponde el

padrino

ó

la

madrina.

La

vida

eterna , dice

tl

esto el sacerdote, es ésta: Amarás al Señor tu

D ios

de to–

- do

tu

corazon,

de

toda tu

alma,

y

a

tu

próximo

como

ti mismo ; este

es

e1

primero

y

el .

mayor de todos los

, andamient

s:

H

rec est vita

~térna ,

díliges

Dóm~num

'Deum t uum ex toto corde tuo, ex t ota ánima t ua ,

&

pró–

:Cimum tuum sicut te ipsum

:

hoc est pr imum

&

máximum

mandát um.

Como si dixera: No bas ta tener solamente la

fo

para

merecer

la vida

eterna;

en

nuestra rel igion

es ne-

cesario

c reer,

y·es necesario

vivir

conforme a

lo

que

se

cree. La fe de

un cri t ia no

!1º

debe ser

puramente

es–

peculati va,

debe ser tambíen práct ica. Para merecer la

vida eterna es necesa rio creer sus

misterios , seguir s.u mo–

ral,

y

guarda r sus

mandamientos. Toda

la moral

cris tiana

está

ence rrada en

este

prec pro·, que

es

la

basa

y

el com–

pendio

de todos

los otros: Amarás

al

Se'ñor

tu

Dios·,

no

a

med ias

y

con

reserva.

Dios

no quiere un

corazon

parti–

do; qu iere

sí , que

le

ames

de todo

tu

corazon; es

decir,

sin divi sion :

le amarás

con toda

tu alma ; es decir, no

amarás

sino

al Señor con

un

amor de preferencia:

no

ama–

rás

a

ni nguna

cr i a ~ u ra

como

a

él'

y

e. n competencia de

él; pero amarás

a

tu

pró ximo coino

a

ti

mismo por amor

de Dios. E l

ai

or

oue- te

tienes

a

ti

mismo

debe ser la

me-

dida del que

debes tener

a

tu

próximo :

de

la

observa~-

c.ra