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10

DOMINGO TERCERO

parece~

i

os parece que pudo dexar de alegrarse así un

pastor que ama

a

su rebaño

~

El mercenario, como hom–

bre asalariado , gusta demasiado de la quietud ,

y

ama

muy poco

a

sus ovejas para que corra tras las que

se

des–

carrian; solo el espíritu de Jesucristo, sola la caridad

cristiana inspira un verdadero zelo ,

y

hace se sienta este

dulce gozo en la vuelta del pecador.

Dico vobis,

continúa el Salvador,

quod

·its

gáudium

erit in ccelo super uno peccatore pceniténtiam agente quam

super nonagintanóvem justis, qui

non

índigent pceniténtia:

Os

digo que la conversion de un pecador es un motivo de

gozo

para

toda

la

corte celestial;

y

tanto, que

la

pers~verancia de noventa

y

nueve justos en la inocé_1cia

~

mas agradable que sea' no da tanto gusto, digámoslo

as.~

a

todo el cielo como la conversion sincera de un pecador.

La vuelta de un alma

a

Dios

es un motivo de fiesta

a

todos los espíritus celestiales; pues como conucen lo que

vale

y

lo que ha costado , no pueden verla perderse sin

¡

que lo sientan

y

giman.

Si

pensáramos que el alma del

hombre mas vil ha sido redimida con el precio de la san-

gre de Jesucristo,

i

podríamos verla perecer sin enterne–

cernos?

i

Se puede conocer

a

Jesucristo, creer

en

Jesucri

to,

y.

ver sin dolor el indigno abuso que se hace de su

sangre~

Por esta expresion:

Qui

non

fndigent pceniténtia,

que no

tienen necesidad de penitencia, se debe entender, que no

están en pecado mortal ,

y

que no tienen nece idad

de

mu-

dar enteramente de costumbres

y

de voluntad para volver ,

a

la amistad

y

gracia de Dios, pues siendo justos no

l~

han perdido.

No qu iere

decir esto

que

los justos estén exer.-

tos de toda penitencia, pues las almas mas santas no e t

.n

exentas jamas de todo pecado; y así deben pedir al S .10r

todos los dias les perdoae sus deudas.

·

Ninguna cosa mas propia para justificar la cor :ucta

de

Jesucristo para con los pecadores,

y

pata c0..denar las

injustas murmuraciones de los fariseos, que

11 .rn

compára–

cion tan concluyente. Sin embargo, el Sal

l

ddor se vale de

otra que no podia dexar de hacer

im pr~sion

hasta en los

espí ri tus mas groseros.

Quce

nntlier habens dracfo- ..

ds

decem

,

si perdíderit

drachmam

..,-~:;:--

.,.

11nn11e 11/'

¿ndit lucérnam,

&

evérrit

do- .

mum,

&

qucerit diligénter

donec

invéniat?

Quansio

de

diez

mo-