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12

DOMINGO TERCERO

vador darle al pecador motivos de confianza en su mi–

sericordia ménos equívocos,

y

que le alentasen mas?

iY

que pecador, si no ha perdido de todo punto

la

razon

y

la relig ion, puede desesperar

del

perdon por ma '\ enor–

mes que sean sus delitos? Aquí

nos

asegura el Salvador,

dice San Gregorio ,

que habrá un gran gozo por un soto pe–

cador que ha,ga p enitencia;

y

en otra parte dice el

S

ñor

por su profeta :

que desde et día que

el

justo hubiere peca–

do, no se acordará mas de su Justicia;

esto es, de su vir–

tud

y

de sus buenas obras. Concibamos

y

reflexionemos,

hermanos mios, añade el santo

doctor,

la admirable

con–

ducta de la divina bondad. Para contener

a

los que

r

han caido, amenaza que los castigará si llegan 1 ca

para obligar

a

los que han caido

a

que hagan quanto pu\.

dan por levantarse, les promete, si lo hacen, su divina

misericordia. Espanta

a

los

primeros para que su virtud

1

no les inspire la presuncion ;

y

halaga

a

los segundos para

que

sus .delitos

no l_es

arrqs~ren

a

la

desespera~ion.

Si

eres

justo ,

piensa

en

la ira

de

D10s

para

no caer;

s1

eres peca–

dor, confia en

Dios para

levantarte.

La dracma era una moneda que pesaba

una

drac–

ma,

y

que valia unos diez sueldos de la moneda de

Fran–

cia,

y

de España como diez quartos. Esta suma,

aunque

pequeña

en

sí misma , es de alguna consideracion para

una

persona, cuyo caudal . se reduce todo

a

estas diez

monedas.

r

La

oracion

de la misa de este dia es la siguiente.

/

Protéctor

in

te

sperántium

Deus

,

sine

que

nihil

est

vá–

lidum, nihil sanctum

:

multi–

plica super nos misericórdiam

tuarn

;

ut

te

rectore

,

te

du·

ce

,

sic

transeamus per

bona

temporália

,

ut nen amittámus

ceterna. Per Dríminum nos–

irum

,

é3c.

O

Dios, protector de los que .f ;–

peran en

ti '

y

sm

el qual no

11ay

cosa estable ni santa

,l

muJ< plica

sobre nosotros los etect/,.; de tu

misericordia , para qu

siendo tú

nuestro conductor

y

.:Juestra guía,

pasemos

de

tal suerte por los

bie·

nes temporales , que

no

perda–

mos los eternos. Por nuestro Se–

ñor,

f..rr

La

)