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DESPUES DE PENTECOSTES.

17

Sa vador hace la pintura

del pecador

en

los desbarros

del hijo pródigo , tambien hace el suyo en el

~l

padre

de

es

'e

hijo disoluto ,

que le

recibe con

un

gozo, con

una.

ansia '

y

un

regocijo

tal ' que liega

a

causar zelos

a

.su

her–

mano. Finalmente , d misterio de Iá encarnacion

del

Verbo, el del nacimiento del Salvador, su vida

mortal,

y

su

muerte , son otras tantas pruebas bien fue rtes del amor

que

Dios

tiene

a

los

hombres ,

y

<lel ardiente deseo de

Ja sal vacion de los

pecadores; pero

las dos parábolas que

hace en este evangel io

muestran todavía ·

mas claramente

los rasgos de su ternura

y

mi ericordi-a para con

los

pe–

ca_dores. Compárase

aquí

a

un

padre de familias que te–

ni endo

c;~n

ovefiis

las guarda

con

cuidado,

y

las

quiere

>

odas

con

ternura: provee

él

todas sus neces idades, vela

nt inuamente

sobre

su

queridó

rebaño,

y

nada

olvida pa–

f

impedir

que

se descarríen. Las

lleva él

mismo

a

pa- .

( 1er

a

los mejores pastos '

y

tiene gran cuidado que el lobo

o se acerque al rebaño. Pero en fin, sin embargo de to·

da u

vigilancia

y

de todos

"iUS

cuida<lüs se

d~scarria

una:

¡Buen

Dio

!

¡que

inquicttid en este carit<:1tivo

pastor!

¡Que no

ha

.e,

qué ho emprende" qué

fat~gas

no se toma ,

I

para halla r la ov ja

perdida,

y

v.olverla al rebaño! Se di–

ria -que la couservacion

de

las nov-eñta

y

nu ve

que

que–

dan en el redil

no

le hace tanto

gozó como

la pérdida de

¡

llna sola

le

entristece

y

apesadumh1:a. Dexa todas las de–

\ mas por

ir

tras

esta sola :

hállala en

fin.

¡

Buen

D-ios

!

¡que gozo, qué alegría!

léj6s

ele enfadarse

y

echarla de–

\!ante para que vaya

a

jumarse con las otras., Ja carga

él

mismo sobre sus hombros para ahorrar la fat iga -del

camino.

Cargado con este dulr.e peso, entra como en ·triun–

fo P.n el redil;

y

no contento

con no haberla

perdido,

quie- , ·

re q':

1

e todos sus amigos se alegren

y

regocij~n

con él.

Esta

t J>

la pintura que hace de sí este amable Salvador:

mira si h..:Uas un motivo, una expre.sion . unos rasgos., una .

ñgura mas' propia para inspirarnos una

cul

e confianza.

Pero al mismo tiempo,

i

que

a~radt:cimiento

y

qué de–

seo de convertirse no debe inspirar todo esto a1 peca–

dor

~

Una madre de familias pierde

una

moneda ,

y

está

inconsolable. ¡Que

vuell:'~

y

revueltas no da para ver si

la encuentra! Enciende una luz, la busca, la vuelve

a

buscar, vuelve de

arriba abaxo ·-t:'dos

los mue· :

·s

de

la

Tom.

V.

B

<:a•