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DESPUES DE PENTECOSTES.

157

ningun~

cosa muestra tanto nuestra fl aqueza

y

nuestra

nada; como nuestra soberbia.

¿

Pero que no omos.,

y

qué

no podemos con la

gracia~

i

Que lU'z, qué abiduría, qué

valor, qué ... fortaleza, quando estamos armad0s de este

don de

Dios~

Todo lo puedo, dice en otra parte el mismo

apóstol, en aquel que me conforta:

Omnia possum in ea

qui me confórtat;

y

la gracia que me ha dado, no la he

tenido vacía

y

sin producir algun efecto. iOue no ha hecho ·

en

mí~

i

Que mudanza tan

prodigiosa~

De un persegui–

dor furioso de Jesucristo

y

de

sus sie

rvos me ha hecho un ,

apóstol: el amor tierno

a

este

divi.no

Salvador ha sucedido

al furor

COB

que "le aborreci

a : la f

e mas animosa,

a

la

mas obstinada incredulidad;

y

el zelo mas ardiente de ex–

tev,J~- l~

fe <Je Jesucristo' ha sucedido

a

la mas violen–

ta pasion que hubo jamas,

y

que tenia

yo

de acabar con

ella.

Quiso Dios

hacer ver en la persona de.San Pablo 1o

que puede la gracia de Dios sobre un corazon que no le

pone obstáculo.,

y

que diee como este apóstol: Señor., i'-.i:Je

quereis

que

haga

~

Dómine

,

quid me vis

f

ácere

~

Rindámo–

nos con ·docilidad

a

las dulces jmpresiones de ]a gracia,

y

tendrémos el consuelo de poder bien presto decir como él:

Et grátia ejus in me vácua non fuit.

La gracia que Dios

me ha dado , no ha estado ociosa en

mí;

pero para esto es

menester decir sínceramente como él:

Señor,

i

que quereis

que

haga~

.

El evaµ gelio de la misa de este dia cuenta la curacion

milagrosa de un hombre sordo

y

mudo: todo es misterioso

en e ·ta historia.

Habiéndose ausentado el Salvador por un poco de tiem–

po de la

Judea,

de la que no e'staba muy satisfecho, vi–

no

a

los confines del pais de Tiro

y

de Sidon sin- ruido,

ni aparato.,

y

aun parecia quería ocultar

a

estos extran–

geros su llegada ; pero una tan gran luz no podia estar

oculta mu

·ho

tiempo. Los pueblos de aquellas provincias

eran cananéo, , descendientes de Canaan,

y

por consi–

guiente genti les,

y

confinaban con la Judea: babia entre

ellos algunos q e se llam· bansirofenicios, porque ocupaban

aquel-rmcon de la Fenicia, que entón es era una parce de la

verdad~·a

Siri . Aquí

fué

donde una muger de la Sirofenia,

comunmente llamada ananéa, mereció por su per. ev ran–

cia que el Salvador hiciera el elogio de su fe,

y

librase

a

un~