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TERCER JUÉVES

atemperarse

á

su flaqueza,

y

prepararlos poco á poco

por

úna larga série de milagros

y

de ia,strucciones. La lecdon

de moral que nos da aqu-í el Salvador, es que deseche–

mos las alabanzas y las evitemos , por mas bien fundadas

que ..puedan estar;

y

el motivo que se puede pretextar -de

quien Dios puede ser g.Iorificado en ello, siempre nos de-

be ser sospechoso.

·

El Salvador pasó casi toda la noehe en librar energu–

menos ,

y

en curar todo género de enfermos. Luego que

amaneció , salió secretamente ,

y

se

fué

á

un desierto., en–

señándonos en esto que por santas que sean las funciones

de los operarios evangélicos, siempre necesitan procurar–

se algunas horas de retiro para volverá entrar en sí mis–

mos, para

to~ar

nuevas fuerzas en la oracion, para,pu–

rificarse de las imperfecciones que han podido contra@r en

el comercio con los hombres ,

y

para tratar con Dios

y

aprender de él en la oracion lo que

deb~n

· enseñar

á

los

otros. Jesucristo no estuvo mucho tiempo solo en el de–

sierto: vino el pueblo á encontrarlo,

y

lo detenian de mie-,,

do no los· dexase. Quando se ha conocido á Jesucristo,

y ·

se le ama, ·no es tan fádl separarse de él. Lo mismo

fué

llegar todo aquel pueblo, que rodearlo por todas partes,

y

pedirle con instancias que no dexara su ciudad : nada

omitiéron para obligarle

á

quedarse con ellos; p·eró su ze–

lo, para el qual todo el mundo era demasiado pequeño,

'no se limitaba

á

una provipcia,

ó

á una ciudad. Este es el

motivo por qué tes respondió: hay al rededor una infini–

dad de aldeas

y

de ciudades que tienen

ne~esidad

de mis

instrucciones, no ménos que Cafarnaum,

y

no es justo que

dexe perecer ·tantos pueblos por no distribuirles el ati–

·mento espiritual que vosotros habeis recibido los prime–

ros. Si el evangelio que os he anunciado os da una cierta

seguridad del reyno de

Dios ,,

que he venido á establecer,

este reyno no os debe ser de tal manera propio , que no se

haga comun á todas las naciones del mundo, las quales se

unirán en adelante para no 4acer sino

u~a

sola Iglesia.

El designio de reunirlas movió á mi Padre

á

que me en–

viara ,

y

á

que baxara del cielo. Lleno de ardor el

Señor por la conversion de todo ,el mundo, iba de un lu–

gar

á

otro predicando en todas las sinagogas dt: Galilea,

y

haciendo una

infinidad

de milagros por quantas partes

pa-