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TERCER JUÉVES

otra mano! No tenemos que hacer otra cosa sino recur–

r ir á él con confi anza ,: en qualquiera afli ccion que nos ha–

llemos nos promete su asistencia :

De quacúmque t1)bula–

t ione.

Dios es

fi el

en sus pr0mesas:

i

á

quien se debe echar

fa culpa si nos falta

e~

socorro en nuestras

necesidades~

No recurri¡nos á Dios sino despue de haber tentado todo

ot ro remedio. Nuestra falta de fe

ha~e

ineficaces nuestras

oraciones: nuestra confianza vacilante es efec to de nues–

tras infidelidades.

i

Querémos ser' oidos en las afli ccio–

nes? Guardemos su ley, oygamos eón docilid ad sus pa–

labras: ·

Oye, pueblo mio, mi ley: inclina tu

oído

á

las pa–

labras de rni boca.

Nuestra disipacion

de

espíritu nm im–

pid~

el

comprehender el sentido de sus oráculos,

y

Ja

cor–

r upcion de nuestro corazon impide sus mas saludables

efectos.

La epístola de este dia contiene una reprehension que

Dios da

á

su pueblo por boca

de

Jeremías, por

la

vana

confianza que tenia en

el

culto exterior que le daba, sin

cuidarse de ·agradarle con la pureza de sus costumbre3,

y

la exacta observancia de sus divinos preceptos. Los ju–

díos contaban tanto sobre la singular ventaja' que tenían

de

tener enmedio de ellos , con

pr~ferencia

á

todas las

otras naciones, el solo verdaderq templo consagrado al

culto del verdadero Dios, que creían que esta preferen–

cia les respondia de la proteccion de su Dios, y que po–

dia suplir por

la

inobservancia de la ley, de quien bien

conocian eran culpables. El Señor les declara por su pro–

feta la iniquidad de esta vana presuncion ,

y

el ·error de

su necia confianza.

Manda Dios

á

Jeremías vaya

á

ponerse

á

la puerta

del templo de Jerusalen, y que anuncie al pueblo estas

verdades eternas : oid la palabra del Señor, habitadores

de Judá, todos Jos que entrais por estas puertas

á

adorar

·al Seño r :

i

quereis .que yo habite con vosotros en este

lugar santo?

i

quereis que escuche vuestras suplicas,

y

oyga vuestros votos?

i.

quereis que derrame en él mis ben–

diciones con abundancia?

Bonas

f

ácite vias vestras;

pues

enderezad vuestros caminos, reformad vuest ras costum-.

b res , corregid vuestra conducta : no vengais

á

él sino con

un corazon puro: no comparezcais que no sea con

di ~po­

siciones religiosas ,

y

sin que vuestro respeto

y

vuestra

mo-