I
DE
QUARESM-A~
17s
modestia- sean una pruéba de vuestra fe. No pongais vues–
tra confianza en palabras de mentira, diciendo: Este es
' el templo del Señor: esta es la casa del Señor: aquí está
su solo templo :
Nolite confídere in verbis mendácii
,
di–
céntes:
templum
Dómini.
No era mentira, ni tampoco er–
ror
el
creer
y
decir que el templo de Jerusalen era el tem–
plo del Señor; pero en la boca de los judíos, y segun los
sentimientos que tenian, quando se gloriaban de que te–
nian este
t~mplo,
era éste un error, una ilusion, una men–
tira. Creían qqe por horrendas que fuesen las abomina–
ciones que se·cometian en el lugar santo ; que por mas ir–
ritado que pudiera estar el Señor por sus delitos, era de–
masiado zeloso de su gloria, para que permitiese jamas
que su templo fuese, profanado por los extraños,
y
aun
méoos que su pueblo favorecido fuese arrojado del país
que Dios le babia dado,
y
que los judíos estuviesen un
dia sin templo, sin altar , sin sacrificios. Soseguémonos,
decian, no hagamos caso de las amenazas de Jeremías:
Templum
Dómini,
tenemos el templo del Señor: este solo
temp1o es
para
nosotros un escudo contra toda suerte de
desdichas, y aun
~ontra
los tiros de su indig_nacion; pero
e.stos ciegos no v.e1an que deshonraban
m~s
el templo sa–
grado del Señor por su idolatría
y
sus impiedades, que
los infieles hubieran podido hacerlo quemándolo
y
destru–
yéndolo de arriba abaxo.
i
Quereis que este templo sea
mi
' casa~
No
h~gais
de él una cueva- de ladrones
y
de im–
píos : Yo habitaré con vosotros como lo he prometido:
yo
habitaré en este templo de un modo particular : oiré en
él vuestras stíplic!s , aceptaré vuestras ofrendas : veré
con
complacencia vuestros sacrificios,
y
me mostraré favora- ·
ble
á
vuestros votos , si teneis cuidado de andar por los
caminos de mis mandamientos , si no derramais en este
lugar la sangre inocente, si no seguis
á
los dioses ,extran–
geros, si no profanais este templo con vuestros malos de–
seos, con vuestras impiedades,
y
con unas costumbres
enteramente paganas. Lo que me ahuyenta de este sagra·
do templo ,.lo que me obliga á convertir este trono de mi
misericordia en tribunal de mi mas severa justicia, soa
los delitos que cometeis en él , las usuras , los latroci–
nios que exerceis; lo que me obliga
á
salirme de él, es el
incienso sacrílego que ofreceis
~n
él
á
los ídolos. Venid
co-