'
DE QUARESM.A.
145
cogerlo ante algunas personas prudentes que le ayuden
á,
ganarlo,
y
sean testigos de que nada ha dexado de ha–
cer por su parte. Finalmente, debe interesar
á
la Iglesia
en la recoñciliacion
y
conversion que desea.
¡
Qtaan olvi·
dadas están el dia .de hoy estas sabias
y
santas máximas
entre los cristianos! En verdad os digo, continúa el Sal–
dor, todo lo que ligáreis sobre la
tierr~,
será ligado .en
el cielo ;
y
todo lo que desatáreis sobr.e la tierra , · será
desatado en el cielo: Jesucristo es quien !o dice: · iHa–
brá quiefl
se
.atreva
á
burlarse, á fisgarse de este
oráculo~
¡Que estado mas terrible que el de un cristiano, que por
su indocilidad da motivo
á
los
p ~1stores
de la Iglesia para
que lo liguen? Sobre toclo, si fuese t an ciego que no conocie–
se su mal,
y
se lisonjease que el ciclo, contra la pala–
bra expresa de lesucristo, no habia de ratificar -el juicio
de los pastores legítimos; ¡que delirio , qué desdicha, fis–
garse de las censuras tan formidables de los obispos
y
del
vicario mismo de Jesucristo ·! ¡Nuestras pasiones, nuestras
frívolas preocupaciones, nuestras opiniones
y
nuestras in–
sensatas ideas prevalecerán sobre los divinos oráculos en
el formidable tribunal del supremo Juez! ¡Ah,
y
qué dis–
tintamente se pensará sobre este punw
á
la hora de la muer–
te de lo que se piensa durante la vida! ¡Que cosa mas tris–
te, qué cosa mas espantosa, quando los encantos desapare·
cen, que echar de ver que se ha vivido
y
que se 'muere en
el
error
!
Amo tanto el espíritu de paz
y
de caridad, añade
el hijo de Dios , que en qualquiera parte que vea dos
ó
tres
personas unidas y congregadas en mi nombre, no dexo de en–
contrarme enmedio de ellas para instruirlas, para conso–
larlas, y para oir sus súplicas. Había escuchado San Pe–
dro todo este razonamiento del Salvador con la atencion
y
fervor que acostumbraba ;
y
como quería guardar exác–
tamente los preceptos de su maestro , sobre todo
~l
del per–
clon de las injurias, que, le parecia el mas dificil', intetrum–
pió al Salvador para preguntarle quántas veces estaria obli–
gado
á
perdonar
á
su hermáno quando hubiese recibido de
él alguna ofensa.
i
No será bastante, dixo , perdonarle siete
v~ces
; esto es, muchas veces
?
Pues esto es lo que , sig–
nifica ordinariamente la expresion
siete veces
en la .Es–
critura. San Lúcas nos dice lo que dió ocasíon á esta pre–
gunta de San Pedro. Había dicho Jesucristo:
Si
tu
herma-
Tom. 11.
K
no
1)
(