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DE

QUARESMA.

10 3

ra príncipe ; en todas sus acciones , en todo su porte a

f

ec–

t a

ba ayres

y

ademanes de

rey,

miéntras que estaba

atado

c omo

un

esclavo;

y

todas las gentes de juicio,

y

sus ver–

daderos amigos se lastimaban de oir

sus

extravagancias;

y

lloraban su infelicidad.

Quan~o

la razon no está cautiva

de la pasion, por poco juicio que se , tenga , se. condenan

Jos

desórdenes de

una victa

desreglada.

i

Un

espíritu recto

puede hallar gusto en lo

que

debe causarle horror,

y

ha·

cerle gemir por toda

la

eternidad

?

¡

Ah ,

Señor , quántas

almas ·volverian

de

sus desbarros si refl.exionáran un poco

sobre las inevitables desdichas que acompañaban

dun

en

esta vida

al

estado del pecadór

!

i

Y

por qué no he de ha–

cer yo estas reflex1ones en

un

tiempo -que me pueden ser

provechosas

~

i

Por ventura aguardo

á

hacérlas á

la

hora

de la muerte,

ó

durante toda

la

eternidad, quando me

se·

rán inútiles, quando no servirán sino para aumentar mis

tormentos, mi rabia y mf

des~speracion ~

¡

Pero qué

efi...

caces son las que hace el pródigo!

Surgam,

&

tbo ad

pa·

trem :

Esto es hecho, fuera toda dilacion , no quiero

aguardar

á

mañana. Se qetermina

á

partir para vol ver .

á,

su padre ,

y

al momento parte. Pn>yectos . de reforma,

conversiones determinadas para lo por venir, sois

ftore"s

sin

frutos, sois

un

cebo gustoso, que adormece al peca–

dor, y lo pierde:

lbo ad patrem.

Una verdadera, contri–

.cion inspira siempre una gran confianza. Soy pecador, es

verdad, Dios mio; pero vos sois

mi

padre: merezco .ser cas–

tigaé:ip ,

os sobran motivos para perderme ;

i

pero os fal–

t CJ n acaso para salvarme?

¿

PodTéis olvidaros .de lo mucho

que os

he

costado~

Mirad que

soy

un hijo que implora

vuestra misericordia;

y

si

*

pesar de todos mis desórde–

nes

·no habeis dexad0

de

ser padre, por mas criminal

que

yo

sea, no es posible dexeis de acordaros que soy vues–

tro h ijo. Des pues de .habernos hecho

el

Salvador

el

retra–

to

del pecador en la persona del

hij o

pródiho

1

nos hace

el

su yo

en la

del padre de este hijo convertido.

A

pénas

-el

p adre

del

hijo

pródigo vió desde léjos vol ver á

m

hiJo,

quando corrió

·á

ab razarlo, léjos de ,echarle en cara su in–

gratitud

y

sus desbar.ros. Es tan grande el go'zo que le

ocasiona su vuelta, que no puede contenerse. tlanquete,

festín

1

regoc ijo, esto es

á

lo que se

reduce

, por decirlo

así , todo el enojo

d~

un

pad-re

tan.

in.ita.do.

La

liberali-

.

G 4

dad

. .