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AÑO CHRISTIANO.

fe, falta de · atencion. Pero si se estuviere en ellas sin mo-·

destia, sin veneracion y sin respeto, no será la abominacion

de la desolacion el colmo de la impiedad y del

escándalo~

Cosa rara es, que solo en el christianismo sean profanados

los templos por los mismos christianos y por aquellos que

se llaman fieles! Los infieles

y

los gentiles profa narán tal

vez los templos de una religion extraña; pero nunca se

verá que profanen los suyos. En ellos

a

ninguno es

líci–

to volver la cabeza ni hablar una sola palabra. La me–

nor irreverencia tiene pena de muerte : la mas mínima

falta de respeto

se

.castiga_. .con el ·último suplicio. Pero

hay por ventura si tio al guno (por decirlo así) mas inso·

lentemente profanado que el de nuestras iglesias? Hay lu–

gar donde se guarde ménos circurispeccion

y

ménos res–

peto? Los romanos ·profanáron el templo de los judíos:

los gentil es y los hereges · profanáron nuestras iglesias ;

pera estos mismos hereges

y

estos mismos gentiles en:–

tran con toda la veneracion , con toda .la reverencia po–

sible en sus propios ·templos, donde solo se ofrecen fal–

sos sacrificios ,

o

solo se hacen sacrílegas ceremonias. Sien–

do esto así,

a

qué infeliz estado nos vemos reducidos los

católicos, buen Dios! Será posible que solamente los tem–

plos de la ver-dadera religi0n se vean profanados , quan–

do son tan respetados los de los idólatras

y

los de los

hereges

!

Es verdad que el demonio ni inquieta al paga–

no en los. sacrificios que ofrece

a

sus ídolos,

y

en las ora–

ciones que los hace, ni distrae al herege en un culto que

se dirige

a

él quando hace todo lo posible para que ·los

fieles malogren los medios de santificarse que los facili–

tan .sus· templos. Pero qué hemos de seguir tan libre

y

cie–

gamente las sugestiones ·del demonio? Porque al fin, qué

cosa mas comun que la irreverencia en las iglesias?

.

PUNTO SEGUN DO.

C

On~idera

si

p.uede ser mas descarada

o

si puede su–

bir mas de ·punto la .impiedad. Será menester aguar–

dar al fin de los siglos para que se vea en el lugar- san–

to la abominacion de la desolacion? Pues qué otro nom–

bre se puede dar

a

las

irreverencia~

que se cometen aun

al mismo pie de los altares,

y

algunas veces aun mién–

tras se está celebrando el santo sacrificio de

la·

misa?

Ha-

brá