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136

AÑO CHRlSTIANO.

Christo

puso en la tierra su habitacion ; pero son mu–

chos los que se dexan atraer de su presencia para ado–

·rarle? Toda la ·riqueza, toda la magnificencia del templo

de la ley antigua no era mas que .una figura de la rna–

gestad terriqle y respetuosa de los nuestros. Aquel Dios,

que por

su

inmensidad está presente en todas partes, se

hace como visible en los templos por los beneficios que

derrama, y por el culto especial que pide en ellos.

Ofré–

cese en nuestros altares lo mas santo, lo mas adorable

que se ofreció en el monte Cal vario : todo lo mas precio–

so, lo mas sagrado que hay en el cielo se halla milagro–

'samente encerrado en nuestros templos, tronos de las mi–

sericordias de un Dios, tesoros de sus gracias, teatros de

1

su poder siempre benéfico. O qué digna

es

qualquiera igle–

sia del mas profündo respeto

!

Qué hombre, por poca fe

que tenga, podrá dexar de estremecerse,

y

aun de irri–

t arse con una santa indignacion

a

vista de la irreligion

:eon que

muchos se presentan

en

nuestros templos!

~l

evangelio es del cap.

19

de San Lúcas.

IN

illo témpore: lngréuur

Je-

.rus perambulabat Jérico. Et

ecce

vir

nómine Zach&eus

,

S

bic prínceps erat publican8rnm,

·e

ipse di ves:

&

qu&erébat vi–

dére Jerum, quis esset,

&

non

póterat

pr~

turba

,

quia sta–

túra pusillur erat. Et prcecúr–

rens qscéndit in árborem

Sy–

cómorum

ut

vidéret eum: quia

inde

erat transitíirus. Et cum

venlsset ad lecum' suspiciens

Jes_us vidit

illum,

S

dixit ad

eum

':

Zachieie, festfnanr des–

~

én.de

,

quia

hódie

in domo tuá

opórtet me manére. Et festl–

nans descéndit,

&

excepit ilium

g!tudens. Et cum

vidérent

om–

nes

,

murmurábant

,

dicéntes

')Uod· ad hóminem peccatorem

divertf.rset. Stans autem Za–

ch&eur, dixil acl Dóminum: Ec-

'e

E

N aquel tiempo: Habiendo

en–

trado Jesus en J ericó pasaba

por medio de la ciudad.

Y

he aquí

que un hombre llamado Zaqueo,

el qual era príncipe de los publi–

canos, rtambien rico, solicitaba

ver

a

J esus,

y

conocerle,

y

no

po–

dia

a

causa de la mucha gente,

porque era pequeño de estatura.

y

corriendo delante se subió

a

un

árbol de Sicomoro para

verl~¡por·

que habia de pasar por allí.

Y

ha–

biendo llegado Jesus

a

aquel lu–

gar,' alzando los ojos le vió , y le

dixo: Zaqueo, baxa presto, por–

que es menester que

yo

me alber–

gue hoy en tu casa. Y dándose

priesa, baxó, y le recibió con

ale–

gria,

y

todos al ver esto murmu–

raban ' diciendo que habia ido

a

posar

a

casa de un hombre peca–

dor. Pero Zaqueo puesto de pie

de..;