t4i
ANO
.CHRISTlANO.
ría en el modo con que gobierna
a
los Santos, como lo
v~ .
tnos
a
ver en la vida de Santa Teotiste, para lo qual es me–
nester
tomar
el
hilo un poco mas arriba. Fuéron algunos ca–
zadores
a
la isla de Paros, que es muy abundante en cier–
vos
y
otros animales silvestres: entráron en una iglesia de
la
santísima Vírgen medio arruinada; pero que todavía pre–
sentaba
a
la visea algunos trozos en que se descubria no
sé
qué ayre de augusto,
y
daban
a
entender la antigua mag–
nificencia
de
la
fábrica. Algunas reliquias felizmente es–
capadas
al furor de los que
la
habian destruido , eleva ·
han un frontispicio respetable que hacian mas sensible
la
ruina del suntuoso edificio. Estando los cazadores mirán–
dolo todo con atencion , viéron venir ácia ellos
un
soH–
tario, cubierto con una túnica de pieles, el semblante pá–
lido, los pjes descalzos; pero con un semblante que tenia
cierto no sé qué de angelical. Luego que se acercó
a
los ca–
zadores , los saludó, y éstos le
~orrespondiéron.
Suplicá–
ronle que los dixese su nombre , su patria, si estaba solo en
aquel desierto,
y
en fin, toda la historia de su vida. Respon–
diólos el siervo de Dios: No gs· puedo dar razon de mi pa–
tria , de mi familia , ni de las <lemas cosas de que se glorían
los hombres del mundo : todo lo que hay sobre la faz de
la
tierra
es
nada para mí , y ninguna cosa de las que pasan
con el tiempo me merece atencion. Dios es mi padre
y
mi
señor: por solo su amor vivo mas ha de treinta años en
es–
te desierto. Yo me llamo Simeon , y toda mi grandeza con..:
sisee en que soy un pobre monge, aunque por otra parte c0n–
decorado con la dignidad del sacerdocio, y .con
la
potes–
tad
qe
consagrar el cuerpo
y
sangre de mi
Seño'r
Jesu-Chris–
to. Los que oyérdn esta
convers~cion,
llenos de profundo
respeto, se arrojáron
a
sus pies ; pero
él
los levantó: dí–
xoles algunas cosas devotas, y despues
calló. Uno de los
circunstantes le rogó que los declarase lo
que.lepasaba en–
t re
Dios·
y
él ;
a
lo que respondió :
y0
.no
soy digno de fa–
vores extraordinarios ; retiréme
a
esta soledad para llorar
mis pecados , y no para tener revelaciones celestiales.
Ha–
biendo dicho esto , hizo sentar al que refiere esta historia
y a
Los demas compañeros
suyos
sobre la verde yerba ,jun–
to
a
una fuente de agua dulce
que
corre por aquel sitio
de
silencio
y
de
paz. Sentados todos en aquella verde alfom–
bra, que
lo
extendia la misma
naturaleza, nuestros foraste-
ros