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DEVOTO
S.
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1en
redbido del Rey , quien le ofreci6 su pro-
Dia
·xxrx.
eccion.
El
mismo acogimiento halló en el Papa,
á
quien le hizo una simple, pero verdadera relacion
de
todo lo que babia pasado,
y
le suplicó, que, pues
él
solo habia sido
la
causa de la tempestad:, se digná–
se admitir su dexacion ;
y
sacando al punto el anillo
Episcopal de su dedo, se le presentó al Papa, y se
retiró de la junta. Pero habiendole. hecho llamar el
Soberano Pontífice , alabó su zelo y su piedad,
le
pu–
so él mismo en
el
<ledo el anillo , ,y le restableció
en su Silla; pero por no ex-lsperar mas
á
Enrique,
aconsejó al Santo
se
retirára
á
la Abadía de Pontiñi,
del Orden del Cistér, esperando reconciliarle bien
pronto con el Rey.
No se puede explicar el gozo que mostró
el
San-–
to
al verse en este sagrado asílo despues de tantos
trabajos; aqui fue donde se entregó á todas las
dul–
zuras de la -0ración.,
y
á
todos
los
rigores
,¿e
la pe–
nitencia. El Rey de Inglaterra, irritado del favor que
el Santo babia experimentado
en
Francia
del
Papa
y
del Rey, hizo confiscar todos sus bienes ,
y
los <le
sus parientes
y
amigos , los desterró
á
todos de sus
estados,
y
los obligó, baxo <le juramento,
á
irá buscar
al
Santo en su retíro. Santo Tomás vió muy en.breve
llegar
á
Pontiñi esta tropa de gentes proscriptas
y
desterradas por
él ,
las quales se
le
iban á quejar <le
su
desgracia. El Santo se enterneció al ver este es–
peétáculo; las lágrimas
y
los clamores de tantos
ino–
centes fueron para él el mas cruél suplicio ; pero su
constanciaquedó siempre invitta. El Reycada dia mas
furioso, hizo grandes amenazas al Papa, diciendole
que
llevaria su
resentimiento hasta
lós
últimos exce-
sos;