DE VOTO S.
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omulgando
á
un Señor, Patrono de una Parroquia.
Dia XXIX"'
Pero lo que acabó de exasperar al Rey contra el
San-
to,fue la constancia con que defendió que los Eclesiás-
ticos no debian ser juzgados por los Jueces seculares,
sino por los Obispos,
ó
sus Vicarios.
El
Rey miró esta
pretension como una injuria de
la
autoridad Real,
y
juntó una Asambléa de Obispos de Westminster,
en la que el Santo Arzobispo defendió con vigor
los
derechos de la Iglesia;
y
aunque la indignacion del
Rey
inclinó ácia sí á la mayor parte de los Prelados,
Santo Tomás se mantuvo inflexible; pero en fin, mo-
vido de las lágrimas de la mayor parte , que no cG-
saban de rogarle
y
representarle que rniráse por
la
quietud del Estado,
y
por la paz de la Iglesia, hubo
de ceder , y obligarse baxo de juramento
á
seguir
la
costumbre. Pero no estuvo mucho tiempu sin ar-
repentirse; su Porta-Cruz, ó Crucero, hombre piado..
.so
y
zeloso, no temió echarle en cara que había ven-
dido
á
la
Iglesia, y la había sido traydor. La voz de
este hombre dice el Cardenal Baronio, fue el canto
del gallo que despertó
á
San Pedro. Nuestro Prelado
detestó su cobardía , lloró su culpa , y se abstuvo de
decir Misa, hasta que el Papa, que estaba en Sens,
1e
hubo enviado la absoluc.ion de su culpa. Creyó de-
bia cederá la tempestad ,
y
retirarse
á
Francia, cer-
ca
del
Papa; pero los vientos contrarios le obligaron
á
volverse
á
su Iglesia, donde trabajó con mas zelo
que nunca. El Rey siempre irritado contra
el
Santo
Prelado, suplicó al Papa nombrára por su Legado al
Arzobispo de Yorck, en lugar del de Cantorberi. El
Papa lo rehusó mucho tiempo ; perp temiendo las
con5eqüencias que
podrían
resultar
de no
asentirá
las
rns-
.·