DEVOTOS.
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tomó como una voz
del
Cielo ; y toda
la
multitud
Dia VII.
se puso
á
repetir por tres veces con grande
aplau-
so: Ambrosio es nuestro Obispo. Lo que hay mas
que admirar aqui, es, que todos los espíritus se unie-
ron en este punto como por milagro, por mas
que
fi
esen de diversa seB:a, y todos convinieron. en pe-
dir por él, aunque era Magistrado, y no era toda-·
v ía sino Catecúmeno. Todos reconocieron
la
voz
de Dios en esta unanimidad ; Ambrosio fue el solo
que no quiso reconocerla; nunca habló con m1s fuer--
za y eloqüencia , que para defenderse de admitir el
Obispado. Sus razones , sus ruegos, sus mismas lá-
grimas, sus renuncias fueron en vano; por lo qual
huyó y se escondió. Pero Dios -que
le
había esco-
gido para ser una de las mas brillantes lumbreras de
la
Iglesia,
y
el modélo de
1
s
mas santos Prelados,
permitió qu€ habiendo saliJ.o de la Ciudad en medio
de la noche para retirarse á Pavía, quando creía ha-
ber caminado mucho, se encontrase al amanecerá
la.
puerta de Milán. Halló
m~dio
de ocultarse en la
cam..
paHa en casa de uno de sus amigos; pero
fue
descu....
bierto por el mismo que le había franqueado este re..
tíro; sin embargo empleó todos los artificios ima-
ginables para que no tuviera efeéto la eleccion; apa-.
rentó una gran severidad,
y
aún quiso dar
á
enten-
der
que
era de costumbres no buenas ; pero
cono-
ciendo
el
pueblo
que todo
era
fingido , no
mudó
de determinacion. Enviaron
al
Emperador Valenti-
niano una fiel
relacion de todo lo que h
ibia
·pa-
sado;
y .
este Príncipe, que estaba enton : es
en
Tré...
veris~
se llenó de gozo al ver que le
pedían
por Obis..
po al que él había enviado
por Gobernador ; rnan-
I 3
dó