DEVOTOS.
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Graciano su sobrino , quiso tener de S. Ambrosio un Dia
VII.
pre ervatÍ\ o contra los errores de Jos Orientales, lo
que obligó al Santo
á
componer su
excelen~e
tratado
de ta fe ,
que fue citado despues con tantos elogios en
el Concilio general de Efeso. Habiendo
mu
rto en
Milán su hermano San Sátiro
el aiío389,
San Am-
brosio predicó su oradon
fúnebre.eldia de su entier-
ro,
y
distribuyó á les pobres los bienes que había de-
:xado. Dos años despues hizo
~onvocar
un
Concilio
-en Aquileya, donde confundió
é
hizo condenar
á
Se-
cundiano
y
Paladio, Presbíteros Arrianos,
y
logró
del Emperador un ediéto en que se prohibía á los
hereges tener asambléas en adelante.
Habiendo vacado el Obispado de Sirmio, Metró–
poli de Panonia, fue allá nuestro Santo para embara–
zar el
que ocupáse aquell a Silla algun Obispo Arria–
no, por el favor que lograba esta seéta de la Empe–
ratríz Justina. Estando sentado en la Silla Episcopal,
tuvo el descaro una joven Arr iana de subir al Presbí..
,terio,
y
cogerá S. Ambrosio de los hábitos para ha....
cerle baxar. El Santo se contentó con decirla de
un
modo grave, que aunque él fuese indigno del Sace -
<locio' no convenía ni á su sexo ni á su profesion po-
11er la mano sobre un Sacerdote qualqu \era que fu e...'
se ,
y
que debía temer los juici s de Dios. Pocas horas
d!lspues murió de repente esta desventurada
donce~
lla,
y
S. Ambrosio quiso
asistir
l a mañana
siguiente
á
sus funerales. Estando nuestro Santo de vuelta
pa~
r a Milán, fue
á
pedir perdon por un reo al Empera–
r ador
Graciano.
E;l
Mayordomo mayor ,
llamado
Macedonio , hombre duro, le hizo cerrar la puerta
de
palacio,
al volverse el
Santo
ácia su casa dixo
si ·
al-