DEVOTOS.
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quince mil personas; todo el mundo se horrorizó de
Día
VII.
una accion tan bárbara.
S.
Ambrosio escribió
á
Teo...
dosio una carta respetosa, pero. viva,para
represen~
·
tarle la atrocidad de esta execucion ,
y
moverle
á
penitencia. La. carta hizo en el Emperador
el
efecto
que deseaba Ambrosio, haciendo qu<:: el
Emper~or
se manifestase arrepentido de lo.hecho; algun tiem-
po despues habieD:do ido
á
Milán este Príncipe· , qui-
so
entrar en la Iglesia; mas
el
Santo Prelado le pro-
hibió
la
entrada, ptesentandose ante el Emperador,
y
hablandole con respeto'·mas con toda la autoridad
que le daba su car4éter. sostenido de la santidad de
su
vida. El Emperador le oyó con los oj,os baxos sin
decir palabra, hasta que habiendo acabado de bablar·
Ambrosio, le respondió: ya conozco mi culpa,
y
es-
péro mucho e.n la misericordia divina. David, aña-
dió,
esperó mucho en ella,
y
no padeció jamás la con-
fusion de ha};Jer esperado en vano, aunque cometió un
adulterio
y
un homicidio.
Vos
te
habeis imitado en su
pecado,
replicó el Santo ,,
imitadle· pues en su peni-
tencia.
Hizo el Emperador lo que le aconsejaba Am-
brosio; pues,:mirandose como excomulgado, estuvo
ocho meses sin entrar eo la Iglesia;
y
Ambrosio no
le absolvió de su pecado, ni le admitió
á
la
partiei-
pacion de los Divinos Misterios, sino despues de una
penitencia
pública.
Teodoreto afiade que l religioso
Príncipe despues
de
haber ido
al
ofertorio con los
ojos bañados en lágrimas, fue á ponerse en el Coro,
y
se quedó en el Presbiterio. Habiendolo advertido
San Ambrosio, le preguntó si queria alguna cosa; el
Emperador respondió que aguardaba que llegára el
tiempo de la Comunion. El Santo le envió
á
decir,
que