DEYOTOS.
PUNTO SEGUNDO.
C
onsidera como entre todas las enfermedac!es del
alma, no hay una,al parecer, mas incurable que
la de la tibieza. Los Sacramentos , las meditaciones,
las reflexiones, los exemplos, son unos remedios ex–
celentes para los males espirituales.
~Pero
son eficá–
ces estos remedios en una alma
tibia~
S.e confiesa
en este estaqo , se comulga como en el estado de
fervor , y tal vez con tanta freqüencia ·como una al–
ma fervorosa;
~pero
quál es el fruto de estas Con–
fesiones
y
Comuniones~
Se confiesa sin contricion,
sin propósito sincéro de mudar de vida; casi no se
sabe de que ha de acusarse; tan ciega está una al–
ma tibia. Una fórmula de confesion. , un chorrillo
que dice siempre una misma cosa, y produce siempre
un mismo- efetto ; esto
es
,
un aumento de sopór,
una
continuacion de caimiento , una infelíz desgraciada
hazaiíeria
y
simulacion que ahoga todos los remor–
dimientos, .que da una perniciosa y mortal seguri–
dad que tranquiliza
al
alma. Se sale del tribunal de
la penitencia con
la
misma disposiéion con que se ha–
bía entrado; se recae
á
las dos horas de haberse con–
fesado , en los mismos defettos de que se había acu–
sado. Les sucede
á
estas almas con los Sacramentos,
lo que á los e·nfermos de una calentura lenta con
los remedios superficiales que les dan ; los quales
·solo sirven para contentar
y
entretener la·
imagi'–
nacion
del
enfermo , el qual no por eso dexa
de
morir un dia mas
ó
menos tarde. Buen Dios ,
¡
quán
comun
es
esta enfermedad
de
caimiento
y
de ti–
bieza entre las personas que
hacen
profesion de
ser
de-
Día VI.