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VíD
A.
DE CHRISTO
ello ; pues se ha parecido
a
Pedro. ¿A quiénes ha–
blais de . .sto, responden nuestros dos caminantes'?
Tam~ien
e nos ha aparecido
a
nosotros; hemos teni–
do la dicha de conversar con él un largo rato, nos ha
dicho las mas bellas cosas del mundo sobre su Pasion,
su Muerte y su Resurreccion , predichas por Moyses
y
p0r los profetas, de los que nos ha dado una inteli·
gencia clara; bien es verdad que nuestros ojos estaban
como fascinados,
y
que no lo hemos conocido hasta la
fraccion del pan.
"
(a)
Aun no habían acabado de hablar quando he
aquí que
J
esus se presentó en medio de ellos ,
y
les
dixo: La paz sea con vosotros:Yo soy, no temais. Por
mas dulce y agradable que fuese esta visita tan po–
co esperada , los Discípulos quedaron atónitos ,
y
se
imaginaban vér un fantasma ,
o
quando menos un
espíritu revestido de un cuerpo prestado; pues igno–
rando todavía las qualidades de un cuerpo resucitado,
no comprehendían como había podido entrar estando
cerradas todas las puertas. El Salvador los serenó di–
ciendoles: ¿De qué os turbais
?
¿y p0r qué os vienen
esos pensamientos'? Mirad mis manos y mis pies; Yo
mismo soy; tocad y ved ; el espíritu no tiene ni car–
ne ni huesos , como veis que Yo los tengo. Despues
de haberles dicho esto , les mostró sus manos, sus
pies y el costado con las cicatrices; pero era tanto
el
gozo que tenian,que apenas podían creer lo mismo que
estaban viendo, Estando así suspensos, les dixo
J
esus:
i
Teneis aigo que comer"? Ellos le ofrecieron parte de
un pez asado , y un panal de miel. Habiendo comido
Jesus en presencia de ellos , tomó las sobras,
y
se
las dió , diciendoles despues: Ahora veis cumplirse lo
(a)
Luc.
24.
que