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SEñOR.
NUESTRO
z-43
estaba ·alli en pie , el qua!
la
dixo :
i
por qué lloras,
muger
'?
¿a
quién buscas
?
Magdalena
19
conoció
a
J
esus , antes bien pensando que era ef hortelano,
que cuidaba de'! huerto en que estaba el Sepulcro, le
dixo : Señor, si tú lo has llevado , dime donde lo has
puesto, y yo lo tomaré. Entonces J esus , llamandola
por su nombre , la dixo:
María.
A esta palabra ,
l<>
miró; y habiendo conocido que el que
la
hablaba
era
J
esus , exclamó : Maestro
~
y
postrandose
a
sus
pies, quiso besarselos; pero el Salvador se lo emba–
r azó, porque Magdalena, dice San Leon , creía en–
tonces que Jesu-Christo habia resucitado como Lá–
zaro , para vivir en adelante sobre la tierra como ba–
bia vivido
ha~
ta su muerte' y que babia vuelto
a
to–
mar su cuerpo
pasib.ley
mortal como antes. Su
fé
no
estaba todavía
enteramente purificada ; y asi,
la
dixo
J
esus:
(a)
No pienses en tocarme, porque no he subido
aún
a
mi Padre; 4ate prisa , vé
a
decir de mi parte
a
mis Discípulos ,
a
quienes ahora doy el nombre de
hermanos, ·que dentro de algunos dias subiré al Ciclo,
doade está mi
Padre~
e
1
qual tambienes Padre de ellos.
t
Quién es capáz , de explicar el g@zo que tendría
entonces aquella fiel amante? Parte al instante
a
llevar
la
nueva
a
todos los Discipulos;
y
habiendose juntado
en el camino con sus compañeras, que se volvian
tristes
y
desconsoladas
a
Jerusalén, las dice queJesus
babia resucitado , que ella lo ha .visto.,
y
que tiene
órdcn de llevar esta nueva
a
todos los Discípulos. Es–
taba
co~tando
todas estas cosas con un transporte de
gozo, que manifestaba bien que era verdad quanto de–
cia , quando he aquí el Salvador se les apareció
a
to-
Hh
z
das
(a)
1oánn.
20.