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406

EXERCICIOS

LA FrnsT

A

á

este augusto Sacramento:

lpsa heáti

P

auli

do'Etri–

na ahúnde sef]icere videtur.

Deciános este grande

Apóstol en la leccion que acabais de oír, que la

misma noche en que

el

divino Salvador babia

de

ser

entregado ; tomó

d

pan , y dando gracias ,

le

par–

tió

y

dixo :

Tomad

y

comed: este es mi cuerpo.

Y

tomando asimismo

el

caliz

dixo :

Bebed, esta es

mi Sangre.

Y pues Jesu-Christo dixo del

pan que

tomó:

Este es mi cuerpo:

<quién

se

atreverá des–

pues de

esto

á

ponerlo

en

duda?

Cum

ipse de

pane

díxerit

:

Hoc est corpus ·

meum

:

quis

audébit deín–

ceps ambígere?

Y pues el mismo

J

esu-Christo dixo

tan afirmativamente: Esta es mi sangre :

<quién

osará jamás

dudar de una verdad

tan

clara,

y

decir

que

no

es

realmente

su sangre?

Quis

u11quam

dubi–

táverit ,.11t dicat non esse ejus sánguinem?

<Y

qué,

dice el Santo ,

el

que rrocó el agua en vino en

las

bodas

de

Caná ,

no merecerá que creamos

que

convierte

el

vino

en

su preciosa sangre? Baxo las

especies de pan

y

vino , continúa el mismo Padre,

nos da el

Salvador

su cuerpo

y

su

sangre :

In

spé–

.cie panis

dat

nobis corpus,

&

in

spécie vini

dat

no–

his sánguinem.

De

s~rte

,

que

nosotros llevamos

verdaderamente

á

Jesu-Christo

en nuestro propio

cuerpo quando recibimos el suyo :

Sic enim iffici–

rnur Christrpheri, cum corp11s

lj11:r,

&

sánguinem

in memhra nostra recípimus.

Los panes

de

propo–

sicion

del

antiguo Testamento quedan abofidos.

No

tenemos

en

el

nuevo

otros panes que este pan

celestial y

este

caliz saludable , que santifican el al–

ma

y

el

cuerpo. Por

esto ,

concluye , guardáos bien

de

imaginaros

que lo que veis no es

otra

cosa que

pan