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A

B R 1 L.

cio de la Iglesia, brillaba nuestro Santo Con la capacidad

.n1as extendida, con la caridad mas abrasada ,

y

con

el

zelo

mas generoso por . la religion , siendo la veneracion de

todos : quando ocurrió la n1uerte de Bonifacio , prin1ero

de este nombre,

á

los

z

5.

de Octubre de

42 3.

y

en

el

3.

de Novietubre del mistno año , fué elevado á la Silla Apos–

tólica ; persuadida Rorna , que

á

la sazon no se reconocia

sugeto n1as benemérito para la snpre1na Dignidad. Los que

eran afectos á Eulalia, Obispo de Lipe, Antipapa de Bonifa–

cio, le solicitáron para que viniese á la eleccion , con el fin

de inquietarla , pero retirándose aquel de todas las pre–

tensiones, reconocido , se celebró la promodon de Ce–

lestino en paz,

y

tranquilidad con universal aplauso.

Colocado en el trono Apostólico , desempeñó el alto

concepto que tenia formado la Iglesia de · Roma de su

etninente virtud ,

y

grande capacidad. Por su zelo sietnpre

activo se vió restit 1ida

i

aquel su prüner esplendor ,

y

á

aquella se enidad, que parece havia obsct¡recido el funes–

to cisma. Toda

~a

atencion aplicó Celestino

á

unir las

Iglesias con los vínculos de caridad ,

y

prevenir anticipa–

damente to o lo ue podia ocasionar su division. Con no

1.nenor ex,actitud se deQ"\icó

á

restablecer la disciplina Ecle–

siástica , ReguLlr ,

y

Secular ,

~elaxadas

al abrigo de la

parcialidad. Su soficitud pastoral tenia por objeto conservar

el

sagrado

d~pósito

de la

Fé ,

y

refornur las costumbres

de todos los estados , no solo con sus palabras ,

-y

sabia:¡

predicaciones , sino con la eficacia de su exe

m

plo. Su vida

era verdaderamente austera, sus penitencias continuas,

y

sus rentas de los pobres , de quienes fué padre en

rea–

lidad.

El deseo que ardia en su corazon de· dilatar el Reyno

de Jesu-Christo , le hizo enviar zelosos 'Misioneros Apos...

tólicos por varias partes del Mundo , á fin de que reso–

nase en ellas la voz del Santo Evangelio ; con cuya dili–

gencia lleg6 á lqgrar la conversion de no pocas naciones

envuel tas

en

las miserables sombras de

la

muerte. Si

n<

co nsigt1 ÍÓ '

este fin

en

Irlanda ,

y

Escocia en

la

primera

Mision de su Arcediano Paladio , con otros Socios , por-

que