DIA VI.
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.,
DI A S E X T O.
San Guillermo, Canónigo Regular de Santa Ge–
novefa del Monte en París, despues Abad de
E;chil
en Ditlamarca.
San Guilleríu· ·
7
tan célebre en el siglo duodécimo
por su virtud
7
y
por sus milagros , nació en París
el
año
de
r
ro
5.
de padres muy distinguidos por su nobleza ,
y
en su puericia se crió en la Abadía de San Germán des
Prez,
o de los Prados, baxo la disciplina del Abad Hugo,
que era tia suyo.
El bello natural del nióo Guillermo,
su
amor al
estu–
dio ,
y
su inclinacion
á
la virtud dexáron poco que hacer
á
l_a educacion. Fué presto la admiracion de aquella Re–
ligiosa Comun·da
ti
7
á
quieo edificaba con sus exemplos.
Prendado el Abad d0 las virtuosas inclinaciones de su so–
brino, le acons
j
'
qu abrazase el estado Ecles·iástico. Hí–
zolo nuestro ,Santo ,
y
aesde luego se distinguió en el
nuevo estado por la arreglada drcunspeccion de sus cos–
tumbres. Ordenado de Subdiácono , fué provisto en
un
Canonicato de la Iglesia Colegial de Santa Genovefa del
Monte, donde todavía no se havia introducido
la
re–
forma.
La
vida exemptar del nuevo Canónigo, la inocencia
de sus costumbres ,
su
puntual asistencia al Coro ,
y
el
grande amor que profesaba al retiro, que parece havia de
grangearle el cariño,
y
aun la veneracion de sus compa–
ñeros
7
le hiciéron odioso
á
todos. Mirábanle como
á
Re–
formador incómodo ,
y
molesto;
y
reputaban su obser–
'Vancia regular por censura, y reprehension de su licenciosa
vida. Pasó á tanto sn aversion , que resolviéron obligarle
a
renunciar
el
Canonicato. Fingió uno de ellos que quería
ser Religioso ,
y
fácilmente le persuadió
á
que le siguiese .
en tan santa resolucion ; ¡>,ero haviendo des.cubierto Gni-
N
Uer·