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(~

5}

pidiendo

f"}

cnsamiento de los que. están mas espuestos

~

ol–

vidar flquel dehet·; que debet·ia someterse

á

una severa inspec–

cion el matmnonio de todos los que no tuviesen propiedad

alguna; desde luer,o este celibato impuesto con violen<'ia a la

clase pobt·e da•·ia

lu•1a•·

al mayor libet·tinaje,

y

cesarían de acom–

pnñar á la di solucion de costun,bres, la infamia, la rept•oba·

~

eion

y

el

tles pr~>cio

público. No es lo mismo el celibato ecle–

s.iastico que se escoje voluntm·iamente

y

con toda deliberaeion,

y

se soiPillttiza con los actos mas augustos de la rel.igion

y

de

·¡a mm·al; los que llamados por la voz interior de la gr¡cia

enlt·an eu

el

estado eclesiástico, abt·azan la castiCiad. en con–

secuencia de la aversion que tienen al libertinaje po"r los ma–

les innumerables que t•esultan para su existencia fisica

y

mo–

ral. El eclesiástico que tiene virtudes

y

ha prefet·ido la vida

clerical al estado del matt-imooio, mira con repugnancia las

rostumbt·es dispendi sas de la sensualidad que dañan

á

su

Cl'édito

y

consideracion uhJica,

y

originan el desaneglo de

sw; obligaciones El sacerdote es un ministro sagTado que

continua la

mis~m

de esu-C1risto,

y

á

(}uyo cargo estan los

intereses del Senor

y

a santiiJcacion de los hombres. Las

oraciones del Sacet·dotf?:, sus deseos, sus estudios, sus vigi- .

Jias, sus ocupasione$

y

fatigas, no deben tener otro objeto que

la salv8c:ion de sus hermanos. Todo lo que no se dirije

a

es–

te gran fin, es ageno de la santidad de su destino. El ma–

trimonit> es una cat·ga pesada aun para los individuos labo–

riosos que no tienen ott·a ocupacion, que la de proveér

a

la

subsistencia de su consot·le

y

de sus hijos; pat·a el sacerdote

seria un estado conlt·at·io

a

sus ohligaciociones

y

al desempe–

ño de su ministe1·io, pot·que el que tiene olt·os cuidados que

los de aumentar el reino de Jesu-CJisto

y

de form¡¡r corazo–

n~s

que adot·en

a

su packe en espit·itu_

y

verdad , sale de su

'estado, lo deshonra

y

se envilece, renuncia

a

la sublimidad

de su vocacion

y

se cubl'e de opmvio

é

infamia. Un ministro

que no contento con sac•·ificar su salud

y

sus desvelos

á

la

inslruccion de los fieles ! se desprende de sus bienes prove-