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'CAPITULO VIU.

11egionibus Samaritanorum evan–

gcliz.abant.

26 Angelus autem Domini

locutus est ad Philippum , di–

cens: Surge, et vade contra me–

ridianum ad viam quae descen–

dit•ab Ierusalem in Gazam: haec

est deserta.

' 27

E~

surgens, abiit. Et ce–

ce vir'AEtbiops, Eunuchus ;po–

tens Candacis R eginae AEthio–

pum, <qui erat super omnes ga–

zas eius , venerat adorare in Ie–

rusalem.

28 Et revcrtebatur sedens

super currum suum , legcnsque

Isa!am Prophctam.

29 D ixit autem Spiritus Phi–

lippo :Accede , et adiunge..te ad

currum istum.

30 Accurrens autem

Philip~

pus, audivit

euiTJJeg~ntern

Isa!am

Prophetam ,

et~ixit

: ¿ Putasne

intelligis quae Jegis?

3' Qui ait : ¿Et quomodo

possum, si non aliquis ostende–

rit !nihi? Rogavitque Philippum

Unos Intérpretes entienden estas

palabras de la antigua Ciudad de Gaza,

que estuvo dcspobh1da despucs que Alc–

xandro la arruinó. O

nos

las cnriendcn del

camino , porque mediaba

e

Monte Casio,

segun EsTRABON :

y

que quiso

el Angel

dar a entender a l

1

helipc , que no tomase

el comun

y

batido , sino otro diferente

y

ménos concurrido , que era por donde se

volvi.t el J!unuco.

'1

Esre Eunuco era Judío , o Gcnril

convenido al Judaísmo , de

I:J.

Isla

Pe–

nínsula de Mcroc , que era una_parte de la

Ethiopia , donde rcynab:m las mugcres,

que todns tomaban el nombre de Canda–

ce ,

como los

Reyes

de

Egypro el de

l)haraon;

el

de Antíoco los de Syria ;

y

el

de

César

los Emperadores Romanos.

Tom. ll.

Jerusalem, y predicaban por mu–

chos lugares

pe

los Samaritanos.

26 Y el Angel del Señor ha–

bló a Phelipe , diciendo: Leván–

tate , y vé hácia el medio día

por la via que desciende de Je–

rusalem a Gaza : esta ' es de-

sierta.

27 Y levantándose,fuése.Y be

aquí un varon Ethíope, Eunuco

Valído de Candace • Reyna

d~

Ethiopia, el qual era Superinten–

dente de todos sus tesoros,

y

babia

venido para adorar en J erusalern.

z8 Y volvíase sentado sobre

su carro , e

iba

leyendo al Pro–

pheta l saías.

1

29 Y el Espíritu dixo a Phe–

ipe ' : Acércate , y ·llégate a

ese carro.

30 Y acercándose Phelipe,

oyóle que leía en el• Propheta

Isaías , y díxole : ¿Piensas tú

que entjendes Jo que lees?

31 El respondió : ¿Y cómo

puedo, sino hay alguno que me

lo explique •

?

Y rogó a Pheli-

3

El Espíritu Santo habló al corazon

de_Phelipe para que se acercase a la carro–

za

en

que iba

el

Eunuco ;

y

por medio

de

Ja pregunta que le hizo, le proporcionó

y

dispuso para que

escu~ase

sus instruccio–

nes sobre

el

~'-ssías,

y

se aprovechase de

elbs.

"

¿Dónde estan esros hombres

ran

iltll'trados de estos últimos tiempos, que

pretenden comPrehcndcr todo lo que

hay

en

las Escrin1ras por sí mismos ,

y

que se

imaginan que

el

.Espíritu de D ios los ilus–

tra para penetrar la profundidad de los

Li-.

bros Sanros? Yo no soy , decia en orrQ

tiempo S.

GERÓNYMO

Epist.

CIII.

ni mas

samo , ni mas estudioso que este Eunuco:

y

con

todo

que lec las palabras del Señor,

y

que

las medita , confiesa

ingénu:tmeote

Gz