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CAP-ITULO XXVI.

48 Qui autem tradidit eum,

dedit illis signum, dicens: Quem–

cumque osculatus fuero, ipse est,

tenete eum.

49 Et confestim accedens ad

Iesum , dixit : Ave Rabbi. Et

osculatus est eum.

so

Dixitque illi Iesus: ¿Ami–

ce , ad quid venisti? Tune acces–

serunt, et manus iniecerunt

l

~csum

, et tenuerunt eum.

51 Et ecce unus ex hi5" qui

erant cum lesu , extendens ma–

num, exemit gladium suum, et

percutiens servum Principis

~a­

cerdotum , amputavit auricu–

lam eius.

52 Tune ait illi Jesus: Con–

verte gladium tuum in locum

suum

n

:

omnes enim qui acce–

perint glad ium, gladio peribunt.

53 ¿An putas, quía non pos–

sum roga re Patrem rneum , et

exhibebit mihi modo plusquam

duodecim legiones Angelorum?

que acompailaban tambicn a esta vil tro–

pa ;tlgunos Sacerdotes. Judas iba delante,

algo .1partado del resto de la gente

,

para

dar sin duda ménos que sospech<oit a Jesu

Christo

y

a sus Ap6stolcs de su mala vo–

luntad ;

y

por

esla

misma razon llegó a

saludarle

y

a besarle como amigo, siguien–

do

la

costumbre de los Judíos.

1

Las .palabr:ts llenas de suavidad , a-

'*

mor

y

dulzura que dixo

el

Seiltlr a Judas,

le

hubi~.:ran

podido hacer volver sobre sí,

si hubiera habido cosa que pudiese tocar

o mover su

corazon.

Al

mismo tiempo

nos

enseñan a

am:tr

a

nuestros enemigos,

aun

a

aquellos mismos qoe sabemos , que

rienen voluntad de emplear todo su furor

contra nosotros.

S.

HILAR.

t'n.

Mnttlr.

Can.

XXX II. mmz.

1.

2

S:m Pedro.

3

Este se llamaba Jo.·[:tlco.

11

Geues.

I X.

6.

ApocniJ'P· x

111.

10 .

Tom. I.

48 Y el que lo entregó,

dióles señal, diciendo : El que

yo besáre , aquel es , pren–

dedle.

4

Y llegóse luego a Jesus,

y

dixo: Dios te guarde, ·Maes-

tro. Y besóle.

..rl

so

Y díxole Jesus: ¿Am1go,

qué has venido ' ? Al mismo

tiempo llegaron,

y

echaron ma-

no de Jesus,

y

prendiéronle.

'"51

Y uno ' de los que

estaban con Jesus , alargan–

do la mano , sacó su espa–

da0,

y

hiriendo a un siervo

del Pontífice ' , cortóle la ore–

ja.

52 Entónces díxole J esus:

Vuelve tu espada a su lugar;

porque todos los que tomarer¡

espada ', con espada morirán '.

53 ¿Por ventura piensas, que

no puedo rogar a mi Padre,

y

me

enviará en el momento. mas de

doce legi0nes de Ángeles • ?

4

.h{erecen perecer a espada.

J

ANSE.–

NIO

Concord. E vaug. Cap. cxxxvJ

1.

5

Y

quando no ¡>aguen la pena por

los

hombres , Dios los castigará con muer–

re violenta.

6

Un

solo Angel quitó

la

vida en una

sola noche

IV.

Reg.

XIX.

35 ·

a

ciento :.¡

ochenta

mil

hombres del .Exérciro de Se–

naquerib

Rey

de los Asyrios. ¿Qué hu–

bieran hecho doce legiones, que compo–

nian mas de setenta

y

dos mil Angeles?

La

iitgion Romana constabade mas de seis

mil hombres : ¿mas para qué esto? si el

Se.

ñor por sí mismo ,

y

~

necesitar del

so–

corro de los Angeles ñúbiera podido aca–

bar con todos en un momento , así como

con una $Ola palabra los derribó en derra,

dexándolos rurdicfos

y

asombrados. Esto

fué , como

serva

S.

JuAN

Cn

R

YsÓsTo–

MO

in .111tzt

J.

H omil.

Lxxxv.

queriendo

X