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materia. á los que han tratado de ella con la debida ex.ten-·

sion". Yo debo decir lo mismó con mucha mas razon, pues–

•to ql!le posteri-0rraente á la epoca-en que vivia dich<il

enal,

n'> solo se han publicado en lengua vulgar muchas obras asce–

ticas y misticas, en las que se enseña cuanto d ebe saberse so–

bre la Oracion, sino tambien prontuarios manuales que faci –

litan su exercicio

á

las personas piadosas. Verteré pues so–

lamente en este articulo, algunas sentencias, y doctrinas dise–

minadas en las obras de varios Santos padres, y de otros Sa–

bios escritores, persuadido á que pueden ser utiles

á

los que

no entienden los originales publicados en latín ó en francés. Y

consid·erando que

la peticion, no solo.constituye una parte

·principal de este ejercicio, sino qlle ella sola es una especial Ora–

cion que obliga

a

todos los cristianos, los extractos que h aga,

se limitaran

a

la peticion.

'

Se prueba cuan interesante y necesaria &ea, porque la

· Ora'éion Dominical enseñada

por

J esu-Cris:to, quien nos elij o,

Asi orai·eis,

y que por lo tanto es el modelo de tocia buena O ra–

cion, consta de siete peticiones, las que han sido analizadas

y

exr.licadas por muchos Sabios y Santos con

el

mayor elogio,

aunque solo el ser dictadas por Jesu-Cristo, convence de su

excelencia, como lo dice San C ipri ano en s u tratado sobre

l.-\

Oracion Dominical, por estas palabras.

" ¡Que Oracion pue–

" de ser mas espiritual, que la que nos enseñ 6 J esu-Cristo,

" el cual nos -envió al E spiritu Santo?

¡Que Oracion mas

" verdadera para Dios Padt·e, que la que salió de la boca de·

" su Hijo, que es la eterna verdad? A si es.que, orar de otra

" manera de la q':1e el nos enseñó, seria no solo ignorancia,

" sino culpa; puesto que el mismo dijo, clesechais

el

manda–

" miento de Dios, por establecer vuestra tradicion. O remos

" pues, muy amados hermanos, como nos enseñó nuestr o di–

" vino

Mae~tro.

Grata y familiar

a

Dios es sin duda la

" Oracion, que se le hace con sus mismas palabras,

y

que sa–

" liendo de los labios de Jesu-Cristo, ha de penetrar los oidus

»

de su Padr-e. Reconozca este,.cuando le rogamos, las mis–

" mas

palabr~s

de

~u

Hijo, y .tengamos en la boca al que habita

.,,

en nuestros corazones,,

La Oracion de Jesu-Cristo en el huerto fue también

una peticion contenida en pocas palabras, las que le bastaron

-para su prolongada Oracion. Al considerarb.s, se repr¿senta–

ron en su imaginacion la ace11bisima penitencia que su Padre

qe imponia por la redencion del genero humano, y

la

·nnu_m,e–

•able multitud que seh'abia de perder eternamente, por no